Opinión

Traidores a la patria

Tic-tac, Tic-tac, dicen los que prometen salvar este país de los “traidores a la patria”, los empresarios injustos, los bancos, los evasores fiscales, la “casta” de los políticos y, sobre todo, los medios de comunicación privados que denuncian que ellos han sido creados y sostenidos por el chavismo.  El Tic-tac anuncia también, aunque lo oculten, el final de España propiciado por sus dirigentes secesionistas cabeza de lista en las Comunidades históricas.  Además, plagia un discurso de Hugo Chávez fallecido hará dos años el próximo 5 de marzo que conviene descubrir (https://www.youtube.com/watch?v=wjDK83DXqIs).

Esta ocurrencia de la bomba de relojería anticapitalista del fogoso espadón venezolano se convirtió en la cantinela de todos los bolivarianos, y la trajo a España el pequeño Pablo Iglesias ocultando su origen y usándola como si fuera un hallazgo retórico propio. Lo de llamarle a los corruptos o a los supuestos explotadores, pero también a la prensa libre, “traidores a la patria”, expresión que usó el pequeño Pablo en Nueva York, es muy, muy, preocupante.  Pertenece al lenguaje de las dictaduras. Es la acusación que suele conducir al disidente a la cárcel, cuando no al paredón. Desmenuza todo su significado Victor Klemperer en “LTI: la lengua del III Reich. Apuntes de un filólogo” (Ed. Minúscula).

Ningún político en democracia, desde la aprobación de la Constitución de 1978, se atrevió a acusar a nadie de “traidor a la patria” porque era el término que usaba el Caudillo contra sus enemigos en sus años iniciales.
Donde más se apela ahora a “la patria” para acosar al opositor, y quizás para asesinar, es en el nacionalismo radical –abertzale significa patriota-, y en los regímenes populistas comunistoides y/o bolivarianos, inspiración del pequeño Caudillo Pablo descrita y profetizada en 1947 por Klemperer.

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