Opinión

Iggy Pop regresa: el álbum que odiarán en Radio 3

El cantante estadounidense de punk-rock Iggy Pop durante un concierto.
photo_camera El cantante estadounidense de punk-rock Iggy Pop durante un concierto.

Las inesperadas muertes de Jeff Beck y David Crosby, que obviamente merecían dedicar un espacio en estos Papeles de Rock glosando todo lo que dieron a la historia del rock relegaron la publicación de este comentario del nuevo álbum de Iggy Pop, un disco que de entrada debo decir que me ha sorprendido muy favorablemente por cuanto recupera para el rock más apegado a sus orígenes a este iconoclasta y personalísimo músico, del que admiro tanto sus inicios con The Stooges como su falta de prejuicios a la hora de anunciar una conocida marca de bebida tónica. Y ahora, el que no tenga miedo a reivindicarse de nuevo como un auténtico artista de rock con este nuevo disco, “Every Loser”.

Escribe el conocido crítico de rock Joe Gross en Rolling Stone lo siguiente sobre “Every Loser”: “Volviendo, aparentemente, con una flagrante conciencia de lo absurda y desnortada que ha sido su carrera en los últimos años, ‘Every Loser’ contiene algunos de los rocks más duros de Iggy en mucho tiempo y enfatiza todas las cosas que nuestro hombre sabe hacer bien: rock enérgico y potente, medios tiempos sugerentes, y un estilo de narrar historias genuino y transparente. Las letras de Iggy siempre han sido engañosamente simples, reduciendo cualquier idea a su forma más básica, haciéndola divertida y ruda en el mismo proceso. En otra vida, habría sido un escritor de discursos increíble”.

Coincido en el diagnóstico, por lo menos en la apreciación positiva de lo que este disco aporta a la carrera de Iggy Pop. Tras su impactante “Raw Power”, que cumple ahora 50 años, su periodo de influencia Bowie de finales de los 70, sus éxitos en la radio de finales de los 80 y principios de los 90, y una exitosa reunión de los Stooges de los 2000, para muchos, quizá la principal virtud de Iggy ha sido la misma que la de Keith Richards: sobrevivir cuando nadie apostaba a que seguiría vivo en 1980.

Existe general consenso acerca de que su “Post Pop Depression” de 2016 fue un acierto pleno y hay quien lo señala –quizá exageradamente- , su mejor lanzamiento en muchos años, pero el impulso se frenó con su continuación de 2019, “Free”, que posicionó al padrino del punk como un escasamente inspirado cantante de jazz. A más de tres años de ese curioso paso en falso, este nuevo trabajo nos devuelve al Iggy Pop corrosivo, crudo y visceral al tiempo que reflexivo y de tono casi poético en algunos cortes del álbum. En este sentido, entiendo que juega un papel fundamental la labor de uno de los productores más reputados del momento: Andrew Watt, quien ha sido determinante en la calidad y el impacto que ha supuesto el último álbum de Ozzy Osbourne, “Patient Number 9” – hablamos ampliamente de ese disco el pasado otoño ¿lo recuerdan?- y el “Earthling” de Eddie Vedder, líder de Pearl Jam.

En 2023 “Every Loser” crepita con energía similar y presenta una selección de músicos participantes en la grabación de la experiencia y destreza de Duff McKagan, bajista de Guns N ‘Roses, Stone Gossard, guitarrista de Pearl Jam, el recientemente desaparecido Taylor Hawkins de Foo Fighters y Chad Smith, batería de Red Hot Chili Peppers, cuya labor ha sido perfectamente plasmada en el disco por Andrew Watt, quien tras haberse consagrado merced a sus trabajos con Justin Bieber y Miley Cyrus, demuestra que no es tanto un arquitecto como un camaleón de estudio, capaz de readaptar y recrear el heavy metal de los 80 para Osbourne y el grunge de los 90 para Vedder. Para Iggy Pop, rescata la rabia y la crudeza punk de los 70 con ese mismo toque contemporáneo y convirtiendo temas como “Frenzy”, “Strung Out Johnny”, “Modern Day Rip Off” y “Neo Punk” en bombazos guitarreros llenos de energía propulsados por riffs asesinos y estrofas como dardos envenenados: “Emocionalmente soy una celebridad / No tengo que cantar, tengo que publicar” dice en “Neo Punk”.

Hay algunos momentos más introspectivos, por supuesto, y ese contraste a mi juicio es una la de las cualidades que proporcionan más atractivo a “Every Loser”. “New Atlantis” es una conmovedora oda pop-rock a Miami, donde vive habitualmente, lamentando el hecho de que se está hundiendo en el mar como resultado del cambio climático, en un tono casi recitado, a medio camino entre Bob Dylan y Leonard Cohen. Repite la jugada con éxito en ese sugerente interludio llamado “My Animus” y ese buenísimo medio tiempo llamado “Morning Show”, otra de las mejores canciones del disco, posiblemente si no la mejor, sí la más inspirada. “Me arreglaré la cara y me iré, es hora de hacer el programa matutino, como un profesional”, cantado en un ritmo pesimista, cercano al habla, sugiere una vulnerabilidad que no se asocia fácilmente con Iggy Pop. Es una suerte de deslizamiento de la máscara entre el icono y el hombre y sin embargo, resulta creíble, transparente, sin duda por ese tratamiento de la voz que inevitablemente trae ecos de Johnny Cash y Tom Waits. Amén de aproximarse al hard rock más tradicional en “All The Way Down”, en la que indudablemente destaca sobremanera el excepcional solo de guitarra que atraviesa la canción.

Se cierra el disco con “The Regency”, otra canción que bien se podría interpretar como autobiográfica, al menos sobre parte de su vida y en la que de nuevo la vena punk rock, tal vez más matizada, se hace muy presente en un sonido que no deja lejos de mi memoria a Teardrop Explodes. Iggy se burla de su historia a través de partes de la letra como solo él puede hacerlo.

Si fuera el crítico de rock al uso en los medios que ustedes ya conocen que cree que todo músico que empezó su carrera en los 60 o los 70 debería ya estar muerto discográficamente hablando, me limitaría a repetir el mantra con el que por ejemplo, la prensa inglesa más snob machaca a “Every Loser” acerca de que Iggy Pop ha vuelto al rock porque su creatividad está agotada. Pero como nunca he creído que la prensa deba ser el vehículo del vedetismo pseudoprogre de quienes pretenden ser más relevantes que los artistas de los que escriben, como siempre me mostraré sincero y repetiré que este es un álbum muy recomendable, en especial para los fans del Iggy Pop de los años más salvajes. La mezcla de estilos musicales dentro del patrón general más rockero le da al álbum frescura, fuerza y hace que todo el trabajo sea muy interesante.

Iggy reflexiona sobre la edad, las drogas y el estado del mundo en general, pero musicalmente todavía tiene tiempo para agarrar a cualquiera por el pescuezo y darle una buena sacudida. Hagan la prueba. Y por supuesto, no esperen escuchar nunca este disco en Radio 3.

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