Opinión

Ya no es imposible

Con el tiempo se ha vuelto un tópico eso de que la ciencia ha superado las maravillosas y por entonces fantásticas novelas de Julio Verne. Aquellas historias que nos hacían soñar en el centro de la tierra, en el fondo del mar, en mil y una aventuras que devorábamos con infinito afán de exploradores. Y es cierto. Todo se ha superado. Pero no sólo los escritos de Julio Verne, sino de otro de los grandes de la ciencia ficción como Philip K. Dick, cuyos relatos también se han llevado al cine. Una de las últimas adaptaciones de sus libros fue “Minority Report” en 2002, interpretada por el siempre magnífico Tom Cruise. En esta historia situada en Washington D.C., se trata el tema del PreCrimen. 

Como recordarán hay en ella tres personajes, tres mutantes con habilidades precognitivas, capaces de detectar dónde, cómo y por quién se va a cometer un crimen. Ante el aviso, el grupo especializado en la prevención de delitos acude al lugar citado por los tres “cognitivos” para impedir el asesinato. Lo que nos pone en una disyuntiva moral: ¿es justo y ético detener a alguien que todavía no ha cometido ninguna culpa? ¿No puede en el último instante descartar cometerla? La naturaleza humana es más compleja de lo que se pueda imaginar. Pues bien, todo esto viene al hilo de las últimas informaciones sobre las nuevas y avanzadas tecnologías, computarizaciones, creación de inmensas bases de datos y análisis de los mismos; medios que permiten ya a los investigadores y policías de varias ciudades norteamericanas la identificación de las zonas de delincuencia llamadas calientes y predecir los crímenes que puedan cometerse en el futuro. Aquí ya no hacen falta “cognitivos”, y por supuesto, afortunadamente, no se detiene a nadie sin que antes haya delinquido. 

Pero con el tiempo y los estudios que se realizan sobre el cerebro, tal vez se llegue a ese punto. Jajaja, se reía el mundo cuando se hablaba del poder telepático. Oiga, pues ya tenemos el primer intento científico sobre el particular con base tecnológica, como no podría ser de otro modo. Por vez primera se ha realizado una comunicación directa y consciente entre dos cerebros humanos a 7.800 kilómetros de distancia. Corta y concisa, pero la palabra “hola” se transmitió telepáticamente. Por algo se empieza. No hay que reírse de nada y abrir la mente a todo. Ahora, sí, créanme. 

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