Opinión

BUSCANDO

Resulta apasionante adentrarse en los trasfondos, vericuetos y demás pliegues de nuestro ser, en esos ignotos caminos de la persona, propia vida o la de cualquiera otra, por muy presumiblemente anodina y estúpida que parezca. Porque en ella siempre hay secreto, misterio, una pregunta por hacer, otra por responder; por ejemplo, la más común de ¿qué carallo pinto en esta historia?, o también, todas apasionantes, de ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? ¡Carajo!, cuestiones de siempre y de hoy a pesar de no quererlas tener presentes; cuestiones además alejadas o apartadas muchas veces por temor a que pudieran inocularnos algún mal de ojo en el pensamiento y respectiva emoción negativa. Pudiera parecer que me dé hoy por filosofar a pesar de que camino por este campo pedregoso con alpargatas de un conocimiento escaso, y simple, tan simple como el propio preguntar. Pero son preguntas de Perogrullo que me hago continuamente, porque ¿hay otras cuestiones más importantes, trascendentes, superiores, o que merezcan más la pena y dedicación que la búsqueda de respuestas, por otro lado casi imposibles de obtener?; y el casi lo utilizo por no prescindir aquí de cierta esperanza, aunque solo sea adverbial.


Tantas veces nos creemos en posesión de la verdad, tantas nos convencemos de poseer enorme conocimiento de cosas, hechos y objetos, sobre la naturaleza y demás, que perdemos la única perspectiva real que nos sale de dentro, auténtica, cuando estamos solos, completamente solos, ¡qué tremenda soledad la del ser humano!, y que nos hace dudar de todo, empezando por nosotros mismos; porque realmente no tenemos ni puñetera idea. Ni tan pajolera idea que nos da vértigo asomarnos a la sima que este sentimiento crea. Entonces, acudimos a ciertos libros en busca de luz, arca perdida, eureka ? o, al menos, de alguien que nos diga que no somos marcianos por pensar hoy distinto que ayer cual ríos de Heráclito, o, simplemente, por el continuo pensar ¡qué cosa pintamos en este mundo!


Los caminos, que decía al principio, pueden comenzar en esta misma línea de salida que indica lo equivocado que está uno si cree que sabe algo, si cree que es algo tan completo que no tiene nada que cambiar: 'Si alguien cree que sabe algo, que sepa que ni siquiera sabe cómo debería saberlo' escribió una carta a los corintios hace un porrón de años; y ya no digo nada del saber socrático del 'sólo sé que no sé nada'. Es como dar vueltas en carrera a un circuito sin que nadie hubiera dado la salida y en que, de repente, te das cuenta que así no hay nada que ganar sino un continuo dar vueltas y vueltas sin parar; salida que tal vez solo puede dar el dato de una conciencia del darse cuenta que hay algo más allá de la carrera. Metafísico, material o espiritual, cuántico o poeta, deportista o científico, todo cuenta para la búsqueda de la verdad, que es lo único que importa cuando te sedan las ganas de tener por tener, de poseer por el simple poder o por una pérfida envidia del poseer de los demás, como amor masoca a la espina sin rosa. Vivimos tragándonos la vida cual si fuéramos sólo estómago, y no nos paramos a sentir la respiración conque nos respira el mundo ni los nervios que vibran afinadamente para los dedos que muevan las teclas a ritmo de íntimo latido. Siempre peleando para fuera en lugar de hacerlo para dentro; qué coñazo; ¡vaya teima!.

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