Opinión

DEUDAS

Hay quien vive con deudas perennes cual si fueran segunda piel, tal como si la vida le hubiera pegado al nacer determinado sello a franquear en destino con la vitola de un saldo deudor, o bien hay quien lleva instalada la deuda en su cabeciña demasiado ligera, o llena de pajaritos que le han metido ciertos ornitólogos del negocio prestamista. A estos que la deuda ha hecho callo nunca les llegará la sangre al río y siempre convivirán con ella. Que no es el caso de otros que han contraído una, o la primera, por auténtica necesidad de supervivencia y que ya cuando la fecundan en mente les quema; ya si dura más de la cuenta, como un infierno, de tal manera que a veces solo acaban con tan pesada carga cuando la tiran trágicamente por un puente junto a ellos, su contrayente. Así de mala puede llegar a ser la deuda, por lo que antes de desposarse con ella, ¡cuidado!, no nos la tomemos con la frivolidad que a veces nos alientan, pues se convierte muchas veces en elemento dictador determinante para el desarrollo del ser humano económico, como alien de nuestro cuerpo que conduce las riendas del animal que llevamos dentro, y que según tire para un lado u otro, pues felicidad o al carajo. Por poner un ejemplo de su tiranía ¿quien no siente como nos está marcando y desmarcando los límites de bienestar la deuda actual del país?, o ¿la deuda hipotecaria personal?


Jamás comprendí las explicaciones políticas que con sarcástica suficiencia ofrecen ciertos expertos defensores de la deuda pública: 'que un presupuesto oficial no puede ni debe llegar nunca a dejar de consumirse porque, de lo contrario, reflejaría incapacidad en la gestión del gobernante'. Hala, ¡ahí queda!, como quien no quiere la cosa, el gastar más de la cuenta y aumentar deuda cual valor propio en la gestión política, valor ajeno a cualquier responsabilidad, claro, como si no afectara y engordase el debe futuro de nadie. Preferible malgastar que ahorrar para el caso de un posible excedente por magnífica gestión y poderlo aplicar sobre medida más necesaria el año posterior. Como si la deuda no costase sus intereses. Claro que el responsable de aumentar la deuda, cuando ésta estalla nunca está y ahí se las den todas. Demasiado egoísta y perverso. No hay derecho moral a hipotecar el futuro de nuevas generaciones por culpa de manirrotos que derrochan en tantos asuntos innecesarios como asesores públicos (p.ej.)


Leo estos días que las distintas administraciones en Galicia, Xunta, Di_putas, Concellos, demás organismos, le deben a los autónomos la friolera de 165 millones de euros. Les deben quiere decirse que aún no han cobrado lo que es suyo, lo que han ganado con el sudor de su servicio o producto. Y que desde la Administración se subvencione cosas que no tienen más valor que tener de mano a quien se subvenciona cuando no se han saldado deudas a quienes necesitan de lo suyo para continuar trabajando resulta algo tan inmoral e injusto que provoca rechazo natural en cualquier estómago no agradecido.


Pero es que lo de contraer deuda, y además organizar el sistema para ayudar a la manera de no pagarlas, es algo que se da como tan lógico y natural que abruma cualquier lógica. Ya sabemos que no sabemos nada de los recovecos legales y demás artimañas que razonan la supuesta bonanza de las continuas medidas lanzadas al respecto, como por ejemplo el concurso de acreedores. Pero me da la risa. Porque aquí cualquiera lo utiliza desde la premisa de medida salva negocios, y lo que hace es escarallar otros negocios, generalmente pequeños, que o aceptan la quita del negociador concursal que te deja con migajas, o a pedir limosna con el pufo entre las piernas. Pero si en esta nueva ley de emprendedores se vende la quita como un gran bien para la creación de empresas, toma ya y desaparece.

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