Opinión

EMPRENDER

Como no sea Emprende Cultura Gaiás me parece que aquí no emprende ni dios. Por cierto, el citado Emprende me parece que resulta una oferta de lanzamiento de relleno a toda máquina, esfuerzo y presupuesto, del vacío sideral que ha dejado el inmenso espacio construido por la estulticia humana, que consiste en alquilar veinte puestos 'coworking' a un módico precio de ciento veinte euros cada uno, dirigido a diseñadores, escritores, guionistas, u otros profesionales del mundo de la cultura, con el atractivo gancho de ir de la mano de la Administración en general para su asesoramiento profesional y de Agadic en particular para abrir puertas de empresas importantes a sus ideas. Lo que puede parecer algo bueno se convierte en un atraco para los demás profesionales ajenos a este coworking institucional, pues la competencia desleal y favoritismo es evidente, y solo por no ser ellos ninguna estrella de este firmamento, patio particular que parece más agujero negro que nada. ¿A quién se le ocurriría el tomar partido la Administración Pública en favor de unos, sus inquilinos, en el mercado privado de todos? Sin duda, la necesidad aprieta a buscar salidas para este monstruo que nos arruina con ideas peregrinas sin ningún Santiago.


Pero vamos a lo serio de emprender. En este campo siempre se está a la espera de medidas que puedan ofrecer los diferentes gobiernos cuando llegan a la tesitura de apoyar el trabajo a la cenicienta que resulta ser el emprendedor, suerte de profesional que deja sus horas de vida entre el sueño y la ensoñación de sus ideas que quiere llevar a algún sitio y que al mismo tiempo le pueda reportar sustento económico para vivir. Así los emprendedores fumando esperan al plan que les prometieron y jugando a la gallina ciega en busca de toparse con alguna de estas medidas que realmente por mucho que digan los voceras que están cerca y a la vuelta de la esquina, como en el mismo juego son muy difíciles de tocar siquiera.


Emprender es la virtud del inicio y la perseverancia es la virtud de la continuación del esfuerzo, y ambas constituyen la fortaleza o ánimo para acometer empresas arduas, dice Marina. Por ello es tan necesario reconocer su importancia, incluso para incentivar el aprendizaje del emprendedor como paradigma de una actitud activa, crítica, independiente y tenaz, que reclama también Marina. Pero el momento actual no puede esperar a ningún escolar actual, al que quizás se le pueda enseñar este valor, sino demanda que no muera el pez por ninguna boca que haya prometido los apoyos al emprendimiento, y surjan ya. No se trata de subvencionar uno u otro proyecto en virtud del examen al que pueda someterlo el funcionario de turno que paradójicamente nunca fue emprendedor. No, ya está bien de favorecer en los despachos oficiales a unos u otros en función de reglas que son incapaces de hacerlas claras a la vista de todos, ahora es necesario que las medidas sean generales y que vayan en línea de levantar el pie de tantas exigencias. Porque a licencias y fiscalidad prolija y tremenda se suman cotizaciones a la seguridad social que de continuar la situación así no aseguran nada.


Han vuelto a poner plazo, de un mes, a la nueva ley del emprendedor (ya veremos). Pero si alguien cree que con los puntos que se atisban se incentivará poderosamente esta actitud de emprendimiento, que espere la leche que se va a meter, porque, o corrigen y apuestan decididamente por una bajada de impuestos y exigencias de contribución a la seguridad social de manera significativa, o a ver quien emprende nada en este país donde con la escasez de trabajo no se gana ni para tales exigencias. Solo rebajando a mínimos la cuota de seguridad social y eliminando la retención del veintiuno por ciento que se aplica al autónomo, por lo menos mientras no se gane un mínimo de salario social, puede haber alguna esperanza; y lo demás puede venir a continuación. Pero que empiecen la casa por sus cimientos.

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