Opinión

NÚMEROS DE FÚTBOL

Si les digo Rybolovlev, Abramóvich, Abdullah Al-Thani, Suleiman Kerimov, Fly Emirates, Qatar Airways, Ahsan Ali Syed? y muchos otros nombres importantes pero alejados a nuestra más próxima llamada y de costosa pronunciación, ¿a qué les suena? Una pista: seis, diez, hasta veinte millones de euros por año pueden pagar cada uno de ellos por su capricho puntual. ¿Que todavía no?, pues segunda pista al terreno de juego y añadamos nombres más cercanos, por ejemplo Florentino ACS, o Gil de muy padre y señor mío en partido marbellí. ¿Que tampoco? Pues vamos con la tercera y última: en España deben 3.600 millones de euros (700 a Hacienda), 19 clubs en concurso y 4 con las CCAA como primer accionista, amén de subvenciones públicas por su ¿valor social? La última noticia de deuda de estos clubs es de hoy mismo, y afecta a nuestra maltrecha Seguridad Social, porque ha habido un incremento de la misma en el último año de nada más y nada menos que el 60 por ciento, llegando a los 16,6 millones de euros. Sí, ahora ya sabrán de lo que hablo, ¿verdad?, de campos de fútbol, deudas y archimillonarios de pecado jugando en la bolsa de valores que dan al tiempo que títulos o acciones, patadas, y también cabezazos.


Precisamente por estas deudas referidas, estos días me tienen harto los nuevos rusos que cambiaron el poder de la Nomenklatura comunista por inmensas fortunas capitalistas que darían de comer al mundo entero, al menos por un tiempo; y en la misma bolsa de hartura también meto a los jeques árabes que embadurnan con su petróleo el deporte rey sin que nos demos cuenta los plebeyos de cómo mancha el oro negro. Y es que es llegar el fin de la temporada y pasa siempre lo mismo, baile de cifras y jugadores que marean al currante, o al parado, que paradójicamente los jalea. Así asistimos, por ejemplo, a que un jugador como Falcao deje las rayas rojiblancas marcadas a fuego en su corazón atlético por el principado monegasco donde aterrizó el nuevo zar ruso con la goma de borrar del dinero dispuesto a entretenerse con su alma y la de otros de su gusto; o a que el entrenador madrileño Benítez no vuelva a casa porque el sobrino del gran Dino de Laurentis esté armando su mayor producción sobre el césped de terreno napolitano como ninguna otra pantalla de cine proyectó; o a que el joven brasileiro Neymar fiche por el Barça a precio de secreto, no vaya a ser que el considerado mejor jugador del mundo Mesi se mosquee si no hay justa correspondencia en tales términos. Llega, pues, este tiempo y no para de haber ejemplos de trasvase de unos y otros, siempre grandes estrellas, provocando la fatal sospecha de que sigan ejerciendo en paralelo a la crisis manifiesta de la gran deuda los intermediarios, presidentes y jefes del negocio futbolero su particular fiesta.


Todo ello en una liga de estrellas a punto de estallar su burbuja por los números en riesgo de liquidación. Porque quien no está en concurso de acreedores está endeudado hasta las cejas y, además, endeudando más a sus mecenas, que suele ser instituciones como la propia Generalidad valenciana a la cabeza. Pero no les hable usted de cerrar grifos, o poner límites salariales, porque el fin de ser los mejores, campeones de Champions League, justifica los medios de arrasar con lo que sea, incluso con lo de quienes no desean saber nada de fútbol. No nos extrañe que después venga Europa a recriminarnos con razón de que ya está bien de fichar a los mejores con los peores números para hacerlo, números rojos, números negros; se olvidan, claro, de nuestra pasión española donde la razón no cuenta.


O sea, mientras por un lado asoma la quiebra del conjunto, por el otro se revientan los mercados debido a la puerta que han abierto a estos archimillonarios que andarán aburridos de ganar pasta y no saber donde gastarla como para meterse a comprar este juguete roto del fútbol. Hala, a seguir reventando sentido común y pelotas de cuero.

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