Opinión

DE TESOREROS

Para algunos resulta simple butaca más de cualquier consejo de administración, o sutil dato de relleno con el que arropar cualquier tipo de sociedad jurídico económica, ya sea Sin Alma, Limitada, Corporación, Partido o lo que quiera que se invente el corpus Jurídico Organizativo De Economía (JODE). Muchas veces resulta cual vulgar paréntesis donde justificar un texto y colorearlo de legitimidad; es decir, casi parece una coña contable para apuntar cifras en lugar de poner ladrillos en un muro empresarial, uno tras otro y sin preguntas, siempre presto el tesorero a la orden del capataz y presidente de turno o jefe. Sin embargo, el tesorero debe ser una figura mucho más seria que toda esa superficialidad que se le atribuye desde cierta frívola e interesada mente. Porque de 'coña', la justa, y de independencia, la mucha o máxima posible que debiera tener para atender al cometido real con máximo rigor y matemática precisa puesta al servicio de la norma o plan general contable. Su responsabilidad ha de ser la de controlar los dineros de la institución, organización, asociación o empresa que en su junta lo lleve como cargo, con transparente contabilidad blanca, pues para negros basta los que están detrás de ciertos escritos, incluidos discursos.


Y es que lo normal es que se entienda que la competencia del tesorero debe estar siempre subordinada a la orden del presi, vice, secretario o equipo de gobierno; incluso cuando se trata de órdenes extremas que contravienen la norma o la ética, debido a que en nuestra cultura corrompida todo lo que se oponga a la conveniencia o mandato del jefe o superior, por muy equivocado que esté o tenga averiada su mente, se quiere ver como una traición a toda la organización. Por supuesto que en esta patología 'presidencialista' algo tienen que ver los muchos gérmenes pelotas, una vez más confundiendo fidelidad con lealtad, representación con posesión. Para esta mentalidad, el jefe es el 'puto jefe', en vulgar paladín, y ¡a ver quien tiene arrestos de contravenirlo sin absoluta razón!, ¡a ver quién es el chulito que osa llevarle la contraria, si, además, con el carnero jefe van los borreguitos del resto de su equipo, manada o pandilla, que empujan también lo suyo al díscolo hacia su balar colectivo! En caso de rebeldía, ¡a por él! que responderían al unísono los tifosi de la mesa de juntas.


Pese a ello conozco excepciones, alguno al que por serlo a conciencia buena y no doblar su espinazo se le perjudicó, acusó y apartó del equipo en el que jugaba por no aceptar ser tesorero como el del tipo anterior. En este caso, el honrado tesorero molestaba a sus compañeros porque no consentía intereses espurios, y contrarios a la responsabilidad profesional y orgánica de su cargo, y por ello padeció ser increpado por aquellos que piensan que nunca es para tanto tangar, sisar o robar, 'si nadie se entera'. Pero aguantó.


Y conozco otros casos de extremo opuesto, como el rebosante del listillo tesorero repeinado de gomina que aparentaba ser fiel a la causa mientras en realidad estaba arrimando el ascua a su sardina o parte de la tesorería a su banco de Suiza; una tesorería que no precisamente pasaba por la lavandería oficial, o pública Hacienda. En este caso el avispado anotaba, además, en una libretita ciertos apuntes negros de lo que, según él, repartía en sobres, sobre sueldos, como munición para defenderse. Pero no hay mal que cien años dure ni listo de éstos que dure siempre, aunque ¡mecachis! veinte años son muchos como para creerse que nadie sabía lo que hacía, o qué engañados los tenía. A saber.


Vaya diferencias de tesoreros, o tesorerías.

Te puede interesar