Opinión

Refugees Welcome

Con este mensaje, en inglés, luce una gran pancarta desde hace meses - en la bella fachada del edificio del que fuera palacio de comunicaciones en la Plaza de La Cibeles, hoy sede del Ayuntamiento de Madrid, obra del gran arquitecto de Porriño, Antonio Palacios- para dar la bienvenida a los refugiados que, escapando de sus desdichados países en guerra, están llegando a Europa.

Lo primero que me llama la atención es que la bienvenida se haga en inglés. Admito que en ciertos ámbitos y para ciertas cosas, diciéndolas, escribiéndolas o cantándolas en inglés, parece que caen mejor y tienen más éxito; además de que, si no lo haces en inglés, estás perdido, sobre todo en ambientes económicos, científicos, de internet, etc. Pero para dar una bienvenida no debiéramos necesitar cambiar nuestro idioma salvo que tengamos algún complejo oculto. “Bienvenidos refugiados” suena bien, es correcto y no tiene que darte corte, tío/tía, y de paso le vas dando a conocer el idioma al forastero del país que presta la acogida. Pero bueno, las cosas son como son, está en inglés y punto, alguna razón habrá tenido el o la que lo ha decidido hacer así.

Pero, mirándolo bien y en mi afán de ir buscando siempre el lado bueno, y ante el panorama lingüístico de nuestro país, con esta pugna que nos traemos con tantos idiomas, obligando o prohibiendo el uso de uno o de otro, originando verdaderos conflictos, no estaría mal que, sobre todo viendo la promoción que se le está haciendo a este idioma desde todos los ámbitos, incluso institucionales, adoptáramos como oficial la lengua de Shakespeare de una vez por todas. De esta forma terminaríamos con los problemas, multas, agravios y desafíos por no usar o rotular en este o el otro idioma. Todo en inglés. Patrioterismos aparte, las nuevas generaciones nos lo agradecerían. Este verano observé en un bar de un pueblo de Bilbao como unos niños de unos seis o siete años, únicamente hablaban y entendían el vascuence. Será muy patriótico, romántico o progresista, a un niño le puedes hacer muchas putadas desde que nace, todo está en manos de sus padres, harán con él lo que quieran, me da igual que lo desgracien haciéndole chapar libros sagrados dando cabezadas, como enseñándole a degollar infieles, beber aguardiente, fumar porros o fanatizándolo para morir o matar por su patria, por su lengua, por su religión, o por su club, ya sea de fútbol o de canicas, me da igual. No les resultará fácil educarle, criarle sano y conseguir que sea un niño o una niña feliz pero, para hacerle un desgraciado, sus padres siempre tendrán muchas y muy fáciles combinaciones, disculpas y justificaciones .

Volviendo al tema de los refugiados y viendo en directo esos dramáticos desembarcos en las playas de las islas griegas, no entiendo como no se lleven a cabo actuaciones concretas que puedan ir mitigando tanta tragedia. Se habla tranquilamente de la desaparición de 10.000 niños en el último año. ¿No habría forma de fletar unos barcos o aviones y traer directamente a cualquiera de nuestros increíbles pueblos que se están despoblando año tras año algunas de estas familias con niños que vemos desembarcar desesperados? Estarían felices en ellos, seguro. ¿No habría forma de encontrar alguna solución jurídica, social y económica, que por iniciativa particular, de empresa, club, asociación, suscripción popular, Ayuntamiento, etc., con las ayudas que sin duda ofrecería Europa, ahorrándose campamentos y alambradas, consiguiera hacer realidad este proyecto solidario? Estoy seguro que esta acción, además de solucionar un problema, tendría resultados positivos para los patrocinadores de la iniciativa y para nuestra tierra, en todos los aspectos. Hace unos meses, un señor de Getafe se conmovió ante las imágenes que estaba viendo de un padre que era entrenador de fútbol, que corría con su niño en brazos y una reportera le zancadilleaba. ¿Recuerdan? Pues los trajo a Madrid, a los dos. No era millonario, ni mecenas, ni Ong, ni siquiera empresario. ¿No podríamos traer más? ¿Hay alguien ahí?

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