Algunas personas se afirman en sus convicciones por oposición a algo o a alguien.
Es lo que parece ocurrir con José María Aznar, que se va a convertir en el abanderado de aquellos que cuestionan el cambio climático, que parece una evidencia. No es que el tiempo esté loco, loco, loco como ha estado siempre y la nevadas nos pillen sin sal en las carreteras, es que el avance del desierto y el retroceso de los glaciares se constata cada año. Para remar contracorriente y hacerse notar, Aznar podía haber escogido otro asunto. Está en su libertad, faltaría más, pero en este caso puede salir quemado.
