Si no es fácil ser corresponsal de un medio de comunicación en un país extranjero más difícil es tratar de contar lo que ocurre en ese país desde la lejanía. No solo porque las percepciones pueden estar equivocadas, sino porque además se desconoce la historia y la intrahistoria. Y no hay que descartar tampoco la mala fe. Que un diario tan prestigioso como The New York Times editorialice sobre los referendos en Quebec, Escocia y Cataluña y los iguale por la base del derecho a votar es desinformar a sus lectores porque no se pueden sumar peras con manzanas, aunque sea con buena voluntad. Que la televisión alemana RTL presente un mapa de España amputado, sin Cataluña, es una manipulación tan grande como decir que Angela Merkel es elegante.
