Opinión

Mercadeo de personas

En Grecia, el primer ministro Samaras convoca elecciones para el próximo 25 de enero, a las Bolsas les da la tiritona y el FMI decide cerrar el grifo hasta que sepa a quién pone el pueblo al mando del chiringuito para recordar las reglas del sistema. Bruselas no oculta que desea un Gobierno obediente con las reformas que se le impongan. El recado es para contrarrestar el empuje de la coalición de izquierdas Syriza, para Podemos y para cualquier formación política con posibilidades e intención de mover los marcos. ¿En qué extraño momento una persona se transforma en mercado para mercadear sin escrúpulos con personas? Detrás de la miseria hay caras, detrás de la opulencia también, pero con distintos sentimientos.

Pablo Iglesias afirmó que 2015 será el año del cambio en Europa que comenzará en Grecia, aunque el personal está acostumbrado a que hasta la voluntad más firme se ablanda y los trajes acaban haciéndose a medida. Syriza ya no habla de la salida de Grecia del euro, Podemos matiza el impago de la deuda que se deja en función a lo que determine una auditoría independiente. El partido de Pablo Iglesias se situaría como segunda fuerza política en Euskadi y en Cataluña, según los últimos sondeos, con lo que puede resquebrajar los anhelos soberanistas. El portavoz nacional del BNG, Xavier Vence, ha corrido a corregir a la gallega Carolina Bescansa, secretaria de Análisis Político de Podemos, recordando que la solución para Galicia no pasa por aplicar recetas pensadas desde Madrid. Lo peor es que los asuntos gordos se negocian en un despacho de Frankfurt o de Wall Street.

¿Puede una persona que se dedica a la política negar el fármaco sofosbuvir a alguno de los 3.000 enfermos de hepatis C que ya se encuentran en la fase cirrótica en Galicia? Unos 6.000 pacientes, de los 50.000 que lo necesitan en el Estado, recibirán el novedoso medicamento. ¿Qué se hace con los otros? Se le pregunta a los mercados. El tratamiento de doce semanas, que con ayuda de otros fármacos alcanza tasas de curación de hasta el 95%, cuesta 25.000 euros. No es dinero cuando se habla de una vida, pero las cuentas las suelen echar los mercados y los políticos acostumbran a cumplirlas. Aquí y en la cuna de la democracia.

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