Religión, dinamización económica y medio ambiente son algunas de las palabras clave que definen este atípico año en Allariz donde, entidades públicas y privadas, comercios y vecinos anónimos han aportado su granito de arena para frenar las graves consecuencias que la pandemia ha causado en la sociedad.
Más allá del coronavirus, en septiembre se materializó el adiós de los salesianos, a las puertas de conmemorar su primer centenario desde su llegada a la localidad. La comunidad religiosa, que marcó a varias generaciones de alaricanos con sus iniciativas culturales y deportivas, ha dejado la casa de Allariz, aunque mantendrá desde Ourense la Unidad pastoral de Xunqueira y los grupos de la Familia Salesiana y la Federación de Centros Juveniles Don Bosco de Galicia se hará cargo del albergue.
Pero la de los salesianos no fue la única marcha religiosa de Allariz este año 2020. El cura Manuel Rodicio se despedía también de sus feligreses dos años después de hacerse cargo de la unidad pastoral, ante el desconsuelo de una parte de sus parroquianos.
REVOLUCIÓN EN LA FERIA
El cambio de la feria alaricana también supuso una revolución en el ecuador del año. El Concello liderado por Cristina Cid presentó en el mes de mayo un plan que incluía la peatonalización de calles y el traslado a los sábados de las tradicionales ferias del 1 y 15. La medida no gustó a los feriantes que, durante semanas, se negaron a participar en el evento, protagonizando recogidas de firmas, manifestaciones rodadas y concentraciones en A Barreira. El grupo de gobierno, que desde el primer minuto contó con el respaldo de la oposición, se mantuvo firme en su propuesta al entender que supondrá una mejora para los intereses de la feria y de todo el pueblo. Finalmente, en agosto se impuso el consenso y la gran mayoría de los vendedores ambulantes aceptaron el cambio de fechas, tras aceptar el Concello que se mantuviera en A Barreira (la intención municipal era de distribuir la feria por las calles del centro). Un casco histórico que, desde el mes de julio, se proclamaba libre de coches. Al final, la feria alaricana ha supuesto un alivio para los vendedores ambulantes que, con la pandemia, han visto como se suspendían o limitaban muchos de los mercados ourensanos.
Las noticias positivas nos llevan al colegio Padre Feijóo de Allariz donde, un año más, se ha vuelto a superar la cifra récord de matriculaciones con 60 alumnos nuevos en el curso 2020/2021 y que va en consonancia con el incremento poblacional que desde hace años protagoniza Allariz (6.188 vecinos). Pero también al certamen de "Vilas en Flor" que convocan la Fundación Juana de Vega, la Asociación de Viveristas del Noroeste y la Asociación Galega de empresas de Xardinería que, un año más, ha vuelto a otorgar la máxima distinción -cuatro flores de honor- el proyecto paisajístico y medioambiental de la villa del Arnoia, empatado en primer lugar con Chantada (Lugo).
Precisamente el río, emblema que atraviesa la localidad, fue testigo este verano de las obras de reparación del puente de O Briñal que llevaba caído desde 2019. Los trabajos además de recuperar el sendero circular por el Arnoia, permitieron sacar a la luz la piedra de consagración del puente, datando su construcción en el año 1808. En Vilanova también se ha mejorado el acondicionamiento del firme del puente románico.
El colegio padre feijóo, que este año batía un nuevo rÉcord de matriculaciones, es un reflejo del dinamismo del municipio.
PROTAGONISTAS
Un jabón hidroalcohólico de leche de burra es la última propuesta que ha sacado al mercado la Asociación Andrea, con sede en San Salvador dos Penedos, y que tiene pinta de convertirse en uno de los complementos indispensables de los hogares alaricanos.
La que también ha triunfado este año ha sido Inés Rodríguez, que se alzaba con el premio de Excelencia a la innovación para mujeres rurales que otorga el Ministerio de Agricultura por su proyecto personal y profesional "Rir&Co". Un taller de elaboración de tejidos artesanos por el que también resultaba nominada al Premio Nacional de Artesanía 2020. Por su parte, el Museo do Coiro, se ha quedado con la miel en los labios al no poder celebrar su 25 aniversario.
