Lucha contra el coronavirus

La centenaria Carmen Requejo, vacunada: "¡En Allariz todas las viejas estamos vivas!"

Carmen Requejo, de 102 años, recibió este miércoles en Allariz la primera de las dos dosis contra el covid con alegría y mucha fe

De una mano, su hijo Juan José Rumbao, de la otra, su rosario. Así llegaba Carmen Requejo Cid, nacida el 17 de enero de 1919, a su cita en el centro de salud de Allariz para recibir la primera de las dos dosis de la vacuna contra el covid. Con mucha alegría en sus ojos y caminando ligera desde su propia casa, esta alaricana de corazón -aunque nació en Santirso, desde los dos años vive en Allariz, en donde se casó y vivió toda su vida- espera que toda esta situación acabe muy pronto para poder abrazar a sus tres hijos y cuatro nietos. 

Al filo de las 15,30 horas de la tarde, las enfermeras del centro de salud alaricano le ponían su primera vacuna y, en el transcurso de los 15 minutos de espera de rigor tras recibir la dosis, Carmen aprovechaba para rezar, como buena creyente, su rosario. "¡Nada, no me dolió nada! Yo ya quería ponerla. El 31 tengo que volver otra vez. Me habían puesto la de la gripe, pero tampoco me dolió nada", apuntaba a su salida. "La pandemia, gracias a Dios, la llevé muy bien. Nunca tuve dolor ninguno. Aquí en Allariz lo hemos llevado muy bien", añade. 

Una vida tranquila y metódica y el cariño de su familia son los motores que, sin duda, mueven a esta centenaria que disfruta haciendo crucigramas, sopas de letras y leyendo La Región cada mañana -su hijo se la compra todos los días- para mantener la mente activa. "Leo la letra pequeña, ¡y sin gafas!", enfatiza Carmen. "Me gusta mucho leer a Alfredo Conde y a Xosé Manuel Piñeiro. Lo que viene de Allariz lo leo todo, de arriba a abajo", añade. Pero, sin duda, lo que da fe de su buena salud y memoria es que a sus 102 años, Carmen es capaz de transcribir el código morse, algo que fascina hasta a su propio hijo Juan José. "Estuve diez años en telégrafos, cuando fue de la guerra. Si quiere morse se lo doy. Lo recuerdo todo", asegura orgullosa, aunque admite que guarda "mucha pena" por los telegramas tan duros que tuvo que comunicar, sobre todo, en la Guerra Civil. 

Carmen tiene, además, una vena solidaria que demuestra calcetando pequeñas prendas de ropa que dona a Cáritas. "Hago chaquetitas. Si hay alguna persona que necesite chaquetitas, ¡mándela a mi casa!", sugiere la centenaria. "El verano me lo pasé todo calcetando", añade Carmen, que explica que ahora mismo y debido a la situación sanitaria, tan solo sale de casa para ir a misa, aunque otras veces la sigue desde la propia televisión. "Yo soy muy creyente, eso sí que es verdad. Por la mañana misa y por la tarde, ¡sopa de letras que te crió! Me divierten mucho, paso la vida de maravilla con ellas, se lo digo de verdad", dice. 

Como buena alaricana orgullosa asegura que uno de los eventos más especiales para ella es la Festa do Boi: "¡Ay, me echan la cuerda todos los años al balcón, todos los años!", remarca con orgullo y con mucha alegría.

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