¿Por qué sus padres cambiaron Allariz por Ermua?
Mi madre tenía una enfermedad en el pulmón y le aconsejaron que se trasladara a una zona con mayor humedad, que decidió que fuera el País Vasco. Por aquel entonces, aquí las cosas tampoco estaban bien, era todo bastante precario, por lo que mi padre también se fue allí a buscar trabajo, a por una vida nueva.
¿Volvían regularmente a Allariz en familia?
Siempre hemos venido todos los hermanos. Mi madre tiene aquí su familia. Desde hace tres décadas tenemos también una casa en el casco histórico. Ahora, ya con mis dos hijos, pasamos aquí dos meses enteros en verano: julio y agosto.
¿Qué es lo que más le gusta de Allariz?
La tranquilidad del pueblo.
Pero es una villa con mucho movimiento, especialmente los fines de semana.
Bueno, sí. Es cierto que se ha vuelto muy turístico. Antes, hace años, el pueblo era más rural. Cuando arreglaron todo, carreteras y accesos, que es verdad que hacía falta, se volvió más cosmopolita. Las tiendas y los outlets han sido un revulsivo, un subidón para los negocios. Conocemos gente de allí -País Vasco- que no tienen raíces en Allariz y sin embargo vienen para disfrutar de las piscinas, del río… Es un lugar ideal para estar con los niños. Aquí vienes y respiras otro aire, no estamos todos tan apelotonados.
Esto es importante en época de pandemia.
Sí la verdad. Hemos pasado un año y medio muy duro. Nos hacía falta un poco de sosiego. En el monte andamos sin mascarilla, pero en el pueblo no. No nos la quitamos allí, pues no nos la vamos a quitar aquí tampoco.
¿Qué es lo que más echa en falta de Allariz cuando está en Ermua?
La claridad de día y el ver las estrellas y la luna por la noche. Creo que allí hay como demasiada contaminación lumínica.
