Reportaje

El sello vasco de Vilar de Flores, en Allariz


ALLARIZ (VILAR DE FLORES). 18/11/2021. OURENSE. Jon Bilbao e Maite son dous veciños de Vilar de Flores procedentes de Euskadi. Jon talla letreiros en madeira para colocar nas casas do pobo e así identificalas. FOTO: ÓSCAR PINAL

Tras eles, a placa ó veciño "ferreiro" do pobo.
photo_camera Maite Asolo y Jon Bilbao Urrutia frente a uno de los carteles hechos por Jon. (Óscar Pinal)
“Aita, ya vas a ver cuando pongamos la casa en Ourense”. Jon no sabía que, una vez que llegase a Allariz, en 2007, no fallaría ningún año más en su visita y tendría que darle la razón a su hija Leire. Natural de Bermeo, Jon ha hecho los carteles de madera de Vilar de Flores.

Jon Bilbao Urrutia y Maite Asolo invitan a la charla desde el minuto uno: abiertos, amables y habladores. Esta pareja presume de Bermeo (Bizkaia), su pueblo natal, pero desde hace 14 años también lo hace de Vilar de Flores (Allariz), en donde pasan largas temporadas. 

Nada unía a estos vascos con el pueblo alaricano hasta que su hija Leire se casó con Gaizka, quien se quedó con la casa de su abuela en Vilar de Flores y la rehabilitó. Aunque su yerno nació y se crió en Euskadi, siempre se sintió muy unido al lugar de sus orígenes y contagió ese amor a su pareja y a sus suegros. Tal es el cariño de Gaizka por Vilar de Flores que, junto a Leire, ha decidido comprar otras dos casas para rehabilitar. “Mi hija me decía: ‘ya vas a ver cuando pongamos la casa en Ourense, aita’, y yo le contestaba: ‘¿Pero qué se me ha perdido a mí en Ourense’”, recuerda Jon entre risas. “Al final nos montaron en el coche y oye, desde entonces no hemos fallado un año”, añade. “Siempre que nos dejan los nietos claro”, apunta Maite, quien destaca, sobre todo, lo bien que les acogieron los vecinos de Vilar de Flores y la tranquilidad del pueblo: “Nos han acogido muy bien y disfrutamos mucho de la tranquilidad”, cuenta Maite. “En Bermeo vivimos en el centro justo del pueblo y tenemos un semáforo enfrente. ¡Oye! no paran de pitar ni los coches, ni las ambulancias, ni los municipales, ni la Ertzaintza, ni la Guardia Civil… ¡No hay tanta prisa! Hombre, habrá alguna urgencia  no digo que no, ¡pero pitan 20.000 veces al día! ¡Ui, esto es mucho más tranquilo!”, añade. 

La pareja se ha involucrado al cien por cien en el pueblo y ha querido contribuir a hacerlo más especial: Maite con flores y Jon con letreros de madera e, incluso, una veleta de viento. “Yo para pasar el rato hice algún letrero -se puede ver el que indica “Rúa A Tulla”, “A casa da avoa” u “O cantón”-. Tengo hecho otro en Bermeo para otra casa que también han comprado mi yerno y mi hija para rehabilitar. Algunos son en madera de roble y otros en castaño”, explica. “Este señor que vive aquí -señala a una de las casas próximas a la suya- es herrero y me trajo una madera para que le pusiera el nombre de la calle y un grabado alusivo a su profesión”, cuenta Jon, quien también ha dejado a la entrada del pueblo su impronta con otro cartel que pone Vilar de Flores. 

 No es la única tarea que Jon, que descubrió su destreza en la talla de madera con la práctica, está llevando a cabo, ya que actualmente también está ayudando a limpiar la piedra de una de las viviendas que su hija y su yerno están rehabilitando. También disfruta del trabajo en el campo, aunque debido a la pandemia no ha podido cavar la huerta en esta temporada. 

Jon y Maite, que también encuentran siempre un hueco para escaparse a las termas de Outariz, cuentan que son muchos los vascos que en Vilar de Flores pasan el periodo de verano: “Los hijos de muchos de los que veranean aquí ya andan en la ikastola y saben el euskera. Aquí se escucha mucho euskera”, cuenta Jon, aunque Maite quiere aprender el gallego: “Siempre les digo a las compañeras con las que juego a las cartas que me hablen en gallego, porque cambian al castellano por mí, pero yo el castellano ya lo sé. Algo de gallego he aprendido estos años”, añade. Pronto esta agradable pareja regresará a Bermeo, pero ya piensa en la vuelta a su segundo hogar.

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