Un siglo curando el alma y la salud en Almoite

Maruja Prieto cumplió en el Día de Todos los Santos los 100 años, convirtiéndose en una de las abuelas de Baños de Molgas. En Almoite, sus vecinos, agradecidos por la labor de la centenaria como curandera, le prepararon una fiesta sorpresa.

Maruja Prieto Quintas soplaba, decidida, la vela de su 100 cumpleaños antes de que sus vecinos de Almoite, en Baños de Molgas, terminasen de cantarle el “cumpleaños feliz”. Como todas las mañanas, le había rezado a la Virgen de Los Milagros con mucho agradecimiento: “Dou grazas a Dios todos os días, ao deitarme e antes de levantarme. Digo ‘Grazas Noso Señor e Virxe dos Milagros por un día máis’”, reconoce. 

Este lunes eran Carmen, Concha, Concepción, Manuel, el alcalde -Xaime Iglesias- y el propio párroco, entre otros muchos, los que agradecían a la centenaria de Almoite -a “Maruxa, a do pescado”- todo lo bueno hecho por el pueblo. Y es que Maruja fue en tiempos la curandera que ponía las inyecciones a quienes las necesitaban. Daba igual el día de la semana o la hora de la madrugada. “Ela era sempre puntual. Recordo que facía un ruído característico a xiringa na pota e a xente, ao sentilo, dicía ‘Aí vén Maruxa a do pescado’. Era a enfermeira do pueblo”, rememora Manuel González, su sobrino. 

Los recuerdos de todo lo vivido en Almoite permanecen intactos en la memoria de la abuela del pueblo: los buenos y los que no lo son tanto. Maruja adquirió destreza con la aguja por obligación: “Tiven que pinchar á miña nai cando eu era moi nova, con oito anos. Padecía un cáncer inoperable. Eu, que era moi curiosa, entereime lendo o que poñía o médico, que recomendaba pincharlle morfina”, explica. Después también ayudó a sus vecinos “en Almoite e o que non era Almoite”. Concepción Cid, vecina de esta localidad, apuntaba que “antes non era como agora, que está o practicante. Tiñamos a Maruja, que traía unha potiña coa xiringa fervida. Eso non se paga con nada”. 

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A pesar de que ya no pone inyecciones, Maruja sigue siendo un pilar fundamental en este pueblo de Baños de Molgas. Desde el balcón de su casa, en donde vive desde niña, conversa con quien pasa y recuerda sus historias como vendedora de pescado o su infancia junto a sus hermanos. Este lunes, la emoción de una fiesta sorpresa organizada desde la asociación de vecinos le dificultaba reconocerlos a todos, pero la voz no fallaba: “Non coñezo á xente coa ‘careta’  -mascarilla-, pero pola voz si”, confesaba animada Maruja, que también aprovechaba, incluso, para piropear al alcalde: “Que novo é”. 

 Maruja nunca se casó, ni tuvo hijos, pero no faltó quien le llamara mamá. Carmen Prol, que de pequeña la llamaba “Mama macuca” es, junto a sus sobrinos, quien la cuida hoy en día. La centenaria supo labrar el amor en los que tenía más cerca: “É moi querida, amable e servicial. Todos precisamos dela”, confiesa Concepción. “De hoxe nun ano, Maruja”.

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