La tragedia que están viviendo las familias de La Palma con la erupción del volcán Cumbre Vieja no ha pasado desapercibida para los niños de Entrimo. Impactados por las imágenes de la lava arrasando todo a su paso, los pequeños de este centro educativo se preguntaron qué podrían hacer para ayudarles y se les ocurrió invitarlos a conocer su pueblo, su pequeño paraíso dentro del Parque Natural Baixa Limia-Serra do Xurés. “Enviar cosas allí es difícil, dinero no tenemos y en una lluvia de ideas plantearon lo de ofrecerles un hogar”, relata Anabel Castro, responsable del colegio, quien ponía voz a las razones que argumentaron los pequeños: “Tenemos un parque natural en el que se sentirían como en casa y aquí no hay volcanes, estarían seguros. Además estaríamos encantados de ayudar en todo lo posible para que la estancia en Entrimo sea lo más cómoda posible”.
Para poder dar cobertura a su ofrecimiento, hablaron con el Concello que cuenta con un conjunto de viviendas municipales en lo que antaño fueron las casas de los maestros y que podrían estar disponibles para alumnos y alumnas de La Palma. “Es una iniciativa suya y nosotros estamos encantados de colaborar. Muchas personas han visto truncado su modo de vida y buscarán un nuevo lugar donde empezar una nueva etapa”, trasladaba el alcalde, Ramón Alonso, quien explica que de las seis viviendas del bloque escolar, una quedará libre pronto. Además, disponen de otra, en la primera planta del edificio del museo municipal, que tratarán de arreglar para ofertarlas a familias con un precio simbólico. “Volveremos a presentar el proyecto a las ayudas de la Xunta”, dijo Alonso tras quedarse fuera de varias convocatorias, si bien resaltó que el otro espacio vacío en ese céntrico inmueble de A Terrachán se está acondicionando como casa nido, un servicio de conciliación para menores de tres años.
La propuesta solidaria tendría una contraparte positiva también para el centro, al suponer un incremento de matrícula que este año se ha cerrado en 21 alumnos. El riesgo a un posible cierre del colegio, como ya ocurrió en Lobeira hace 13 años, “siempre existe y, aunque ahora no lo hay, 20 alumnos no dan ni para jugar al fútbol”, reconoce la docente, si bien ensalza la educación individualizada que reciben los menores.
No es la primera vez que el centro participa en una iniciativa contra el vaciado de la Galicia (y España) rural. Hace cuatro años, el Concello ofreció las viviendas municipales a familias con menores en edad escolar, captando a tres familias que ayudaron a aumentar la matrícula. El año pasado, con la pandemia, dos familias de Madrid y Sevilla sin raíces familiares en el municipio se asentaron en Entrimo y elevaron la cifra hasta los 25. “Fueron tres alumnos nuevos, para otros centros igual no son muchos, pero para el nuestro sí”, señala Anabel Castro, consciente de que la climatología y la falta de trabajo es un hándicap a la hora de asentar población. “Entrimo quizás no es un sitio para quedarse muchos años, pero sí para disfrutar unos años”, animaba.
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