La práctica de la ‘veceira’ implica que, por cada once ovejas, el pastor debe acudir un día al monte

Los vecinos de San Paio advierten del peligro real de que desaparezca el pastoreo comunal

Con cerca de 50 cabras, a José Luis da Silva le corresponde ir al monte cinco días a la semana.  (Foto: Marcos Atrio)
Un centenar de cabras pastan por los montes de San Paio, en el concello de Lobios, en busca de alimento. Los vigila José Luis da Silva, uno de los cuatro pastores del municipio donde se conserva la vieja tradición comunal de la ‘veceira’.
En la Sierra del Xurés, en pleno parque natural de A Baixa Limia, un grupo de vecinos de San Paio (Lobios) mantiene intacta la vieja tarea comunitaria de la ‘veceira’, que ha ido desapareciendo en la comarca. Enrique Gil, Manolo Pereira, Ramiro Pérez y José Luis da Silva aportan a un rebaño común sus cabras y, dependiendo del número de ejemplares de cada uno, se turnan para ir a pastar al monte. ‘É unha tradición que lembramos de sempre’, señalan los pastores, quienes explican que ‘por cada 11 cabras, correspóndeche ir un día ó monte. Nós facémolas cada dez, para redondear’.

Del centenar de cabras que en la actualidad quedan en San Paio, cerca de 50 son de José Luis da Silva. ‘Ao ter o rebaño máis grande, son o que máis vou o monte’, relata mientras recuerda como ‘na aldea chegou haber preto de 20 gandeiros que participaban na veceira’. A él tampoco le queda mucho, aunque es el más joven de los tres. ‘Seguirei nesto mentras estén os meus conveciños, que son máis maiores. O día que eles falten, o deixo’. Da Silva echa en falta gente joven que continúe con esta labor, ‘os maiores xa non están para subir á serra. Ademais, cada vez hai menos axudas e máis papeleo e requisitos por parte da administración. E iso que estamos dentro do Xurés’.

En San Paio, los vecinos hablan con resignación de lo que todo apunta es una muerte anunciada. ‘Dame lástima que o pobo perda a súas costumes. Cando nós morramos, eiqui non quedará ninguén’, aseguraba Clarisa González. Para su vecina, Aurora Fernández, ‘ca desaparición dos vellos traballos comunitarios, o monte vai perdendo o seu valor. Así está: seco, vello e sen ningún aproveitamento’.

Un trabajo que no entiende de festivos

Desde los pastos de los montes comunales de San Paio, José Luis da Silva Pérez relata como, después de 27 años trabajando en una empresa de electrónica en Barcelona, en el año 1992 regresó a su pueblo natal para dedicarse a la ganadería. ‘Merquei as cabras ca idea de poder dedicarme a elo profesionalmente vendendo os cabritos e cheguei a ter 200 cabezas’, explica sin quitar el ojo a uno de los ejemplares más jóvenes que, cuenta, ha pasado una mala noche. ‘Agora a cousa está difícil, así que dende fai uns meses me fun deshacendo delas’, relataba con resignación.

El trabajo es duro, los rendimientos escasos y los animales no entienden de fines de semana, vacaciones ni días festivos. ‘Levántome as oito e as dez xa estou no monte ata que se pon o sol’, asegura. Allí vigila de los animales, los suyos y los de sus convecinos, pero también tiene tiempo para leer y, sobre todo, escuchar la radio. ‘Eu non me aburro, é o meu oficio e gústame’.




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