EL BONDADOSO OBISPO CERVIÑO

n n nCon 91 años ha fallecido el obispo emérito de Tui-Vigo, el bondadoso, cercano y dinámico monseñor José Cerviño y Cerviño.
Nacido en Aldán (Pontevedra), mirando al mejor cruceiro del mundo en Hio, precisamente labrado por un cantero que llevaba su apellido. Era un hombre con una campechanía envidiable, un humor y alegría contagiosa y sobre todo una cercanía que se agradece. Estudió en Salamanca y en su diócesis de origen, Santiago, donde ocupó cargos de importancia en la Acción Católica, en el Seminario Menor y donde fue rector, así como también vicerrector del de Tui, director de la revista 'Ultreia', canónigo penitenciario de Compostela y profesor de religión en la Universidad. En la Conferencia episcopal y en Galicia su actividad fue muy variada, sobre todo ligada a Patrimonio, a los seminarios, límites diocesanos y a la lengua gallega en la liturgia, llegando a ser miembro de la Comisión Permanente. Su episcopado comenzó en 1968 como auxiliar del cardenal Quiroga, siendo responsable de la archidiócesis al morir éste (1971) hasta la llegada del arzobispo Suquía (23 de junio de 1973), en una larga y complicada vacante.

Tengo una anécdota de primera mano. En la Ofrenda al Santísimo en Lugo de 1975, corrían las quinielas sobre el sustituto de monseñor Delicado en Tui-Vigo, una vez que iba a tomar posesión en Valladolid (7/6/1975). Otro secretario episcopal y yo mismo descubrimos, tras la comida, un encuentro entre Cerviño y su antecesor que nos dejó claro quién era el elegido. Días más tarde se hizo público su nombramiento como administrador apostólico de Tui-Vigo, diócesis que más tarde regiría como obispo propio (1976-1996).

Era envidiable su optimismo. Una vez que dejó la diócesis de Tui-Vigo en manos de monseñor Diéguez, siguió hasta el fin con una actividad increíble. Varias veces le vi presidiendo en Fátima la peregrinación nacional de la Adoración Nocturna. Era incapaz de estar inactivo. En Vigo fue el solícito colaborador y amigo de su sucesor, que había sido su alumno en Santiago. Por todo ello se granjeó en cuantos le tratábamos un especial cariño como al pastor cercano y el abuelo entrañable a quien todos rivalizan por saludar y querer, respondiendo siempre con aquella sonrisa franca irrepetible. En la toma de posesión de monseñor Lemos ya le vimos muy deteriorado.

Es imposible hablar de Don José sin citar a quien fue su secretario diligente, siempre discretamente a su lado, Antonio Hernández Matías. Para él y cuantos lamentamos hoy este trance, la oración sincera y la plegaria que brota de lo más íntimo de nuestros corazones agradecidos.

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