El debate soberanista catalán

La Diada Nacional de Catalunya del 11 de setiembre, tuve la oportunidad de participar en una interesante tertulia sobre la cuestión soberanista que estos días se vive con pasión en el Principado.
En la emisora de radio de la ciudad en la que vivo, compartí opinión, a mi izquierda, con José Gómez Barriga, un veterano luchador comunista de origen extremeño, además de antiguo dirigente de CC.OO y ex-concejal de IC-V en El Prat. A mi derecha, el eficiente moderador del programa, José David Muñoz, no daba abasto a leer los mensajes que llegaban a la mesa de la redacción y que expresaban la indefectible pluralidad de los oyentes sobre cuestión tan próxima y candente. Completaba la terna de invitados, Eloi Linuesa, un comprometido pratense, escenógrafo de profesión.

Sobre mi particular perfil, poca cosa cabe reseñar que vaya más allá de comentar que soy un ciudadano nacido en Galicia, que aprendí a leer y escribir en la provincia de Segovia y que llevo viviendo más de medio siglo en Cataluña; tierra en la que ejercí el noble oficio de periodista y en donde aprendí a guardar la distancia debida con los más poderosos. Hechas las pertinentes presentaciones, los tres tertulianos quisimos dejar claro que, más allá de la Vía Catalana y de su cadena humana, prevista para el 11-S, los problemas que ahora mismo preocupan al personal se centran, prioritariamente, en la galopante crisis económica y, consecuentemente, en los salvajes recortes presupuestarios habidos, sobre todo, en educación, sanidad y prestaciones sociales.

No obstante, resultó inevitable referirnos a esta especie de partida de ajedrez que, de un tiempo a esta parte, parece estar librando los presidentes de España y Cataluña. Se habla de un encuentro, casi a hurtadillas, que Artur Mas y Mariano Rajoy mantuvieron recientemente en Madrid, con el fin de destensar la cuerda de la confrontación, que a nadie le interesa que se rompa. Mientras en Cataluña los defensores del derecho a decidir hablan del clamor soberanista que se escucha en la calle, en tierras mesetarias no para de desparramarse la mala bilis de los otros nacionalistas, los españolistas, feroces enemigos de todo lo que huela a catalán. Y en medio de todo este fregado, ¿cuál es la postura de los obispos catalanes? De acuerdo con la laica premisa de nadar y guardar la ropa, algunos prelados ya se han manifestado en contra del anunciado repique de campanas del 11-S. En los próximos días, o semanas, veremos cómo se desarrolla tan crucial partida, si convienen tablas, o bien hay jaque mate.

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