Desatención total hacia el barrio de As Eiroás

La situación de algunos barrios preocupa muy poco o nada al ayuntamiento de la ciudad.
El histórico barrio de As Eiroás constituye un claro ejemplo de abandono por parte de las instituciones locales. Hace ya un año se instalaba el anunciado polideportivo sin que la apariencia de su prolongada obra hiciese sospechar las consecuencias que traería a la vida cotidiana de los vecinos de la zona. En toda la propaganda previa se anunciaba entre otras lindezas la existencia de aparcamiento gratuito, que resultó ser el desmonte de las zonas verdes del barrio cubiertas de una gravilla muy poco apta para los alérgicos al polvo. No se ha sabido, por otra parte, hasta las semanas previas que su entrada principal sería por la zona residencial, pues no se había colocado cartel alguno de obra, salvo por la parte de la Avenida de Santiago, que mejor podría acoger la ingente y atropellada cantidad de vehículos que se hacinan en una calle que no puede soportar el tráfico que recibe.

Podría parecer esto una queja vecinal que ve interrumpida su tranquilidad, pero cualquiera que se acerque podrá comprobar in situ que no se trata de eso, sino de una cuestión de pura sociabilidad. Los vecinos no piden otra cosa que la habitabilidad normal de su barrio. Tras haber solicitado vados para sus respectivas entradas y no ser estos concedidos, representantes institucionales han visitado las 'instalaciones' y adquirido compromiso para la señalización y pavimentación correspondiente. Nada de esto ha ocurrido, y la consecuencia es que para poder salir de casa con el vehículo, el vecino se ve sometido a la voluntad de que los usuarios del pabellón dejen libre la salida de cada una de las viviendas, provocando situaciones variopintas y escuchando todo tipo de improperios acerca de su tacañería por no querer abonar las cuotas anuales del vado. Indefensión es el sentimiento vecinal que, entendiendo la situación económica, no pide grandes trazados urbanísticos sino que el ayuntamiento, a falta de soluciones de otra índole y además de parchear cada dos o tres meses los desperfectos del destrozado asfalto, conceda licencias de vado para las entradas de aquellos vecinos que quieran contribuir con su impuesto a la libertad de entrar y salir de su casa cuando desee, como ocurre en el resto de barrios de la ciudad.

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