la educación que viene y se irá

Parece que, pese a todo, se aprobó la ley de Educación del ministro Wert, pero ¿irá adelante? Sí claro, hasta el cambio de gobierno no habrá problemas. ¿Cómo es posible que existan personas que creen de verdad que una educación puede estar libre de instrucciones ideológicas y de principios éticos? Este tipo de asepsia no existe. Lo que pasa es que la gente corta de miras, que toda la vida vivió en una doctrina, ve la paja en el ojo ajeno, pero una viga de hierro en el suyo propio no le molesta.
Vamos a ser claros ¿creen que esta nueva ley educativa no educa en valores? Por supuesto que lo hace, pero de manera subrepticia y por medio de principios que tienen que ver más con los mercados y con una visión oportunista y pragmática de la ciudadanía que con la idea de educación como medio de desarrollo de las potencialidades personales. Esta nueva ley no aísla la ética ciudadana de la moral individual ya que estas dos realidades forman parte de un todo. La nueva ley fomenta las clases elitistas dentro y fuera del aula, en el presente y en vistas al futuro. Vigoriza y vivifica el dominio y poder de unos pocos.

La enseñanza más valiosa que podemos aprender de esta reforma de la educación es la imperiosa necesidad vital, de lograr un sistema de enseñanza blindado ante las fluctuaciones políticas. Es una necesidad capital lograr una educación menos maleable en sus bases, que refleje la realidad de nuestra población global haciendo hincapié en los valores éticos más respetuosos y transigentes que una sociedad que se tiene por plural, social y multicultural necesita. Si no conseguimos esto, nuestros jóvenes nunca disfrutarán de un sistema de enseñanza de calidad y estamos abocados a un futuro incierto como el presente que ahora estamos viviendo.

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