UN ESCENARIO DE HORROR

Las puertas de Santiago se convirtieron en un ensangrentado escenario de horror.
La consternación nos ha invadido desde la víspera del que iba ser día grande de Galicia. Nuestras retinas no daban crédito a una tragedia como la que estábamos presenciando. Uno se queda inmóvil ante las imágenes desgarradoras, resignado a la impotencia, sin palabras, consciente de que se presagiaba lo peor, como lo iban confirmando los datos de víctimas mortales que no cesaban de incrementarse. Las miradas perdidas de todos los que contemplábamos las escenas dantescas se entrecruzaban en un sepulcral silencio, impregnadas del estupor y de la incredulidad de una terrible pesadilla que parecía no ser cierta.

Los fantasmas de los trenes de Santa Eugenia, El Pozo del Tío Raimundo y Atocha, por unos instantes parecían repetirse en nuestras mentes y entre los propios vecinos de Angrois. Las explosiones que algunos testigos habían escuchado, confundidas seguramente con el tremendo estruendo del impacto, con un vagón que apareció en el campo de la fiesta sobrepasando el talud, el amasijo de hierros, el fuego, la humareda, los gritos desesperados de auxilio, los cadáveres esparcidos en las vías, no parecían propios del descarrilamiento en un tramo con velocidad reducida, que como usuario del trayecto conozco bien, incluso en ocasiones el tren llega a detenerse en el interior del túnel previo a la fatídica curva. El Ministerio de Interior no tardó en descartar la hipótesis del atentado, fuese como fuera la tragedia estaba consumada, el dolor de muchas familias se acababa de fraguar. Dolor que sentimos como propio y no olvidaremos.

Decenas de vidas truncadas que simplemente habían emprendido un viaje en tren y que estaban llegando a su destino, en el que aguardaban familiares y amigos, a un fatal destino, jamás imaginado, que nunca tuvo que ser el que fue, impregnado de muerte. Nos queda reconfortar a todos los familiares y desear la pronta recuperación de los heridos. Los especialistas y la investigación judicial determinarán la causa o concatenación de causas que provocaron el fatal accidente. Mientras tanto cabe la prudencia y sobre todo el respeto a las víctimas y a sus familias que permanecerán siempre en los corazones de este gran pueblo solidario del que debemos sentirnos orgullosos.

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