GERARDO SALGADO VALDÉS

n n nEl órgano de nuestra Catedral ourensana como que llora en la soledad; mientras Bach, en la otra vida, dará un abrazo a quien nos deleitaba en la Pascua con su 'Tocata y Fuga en re menor'. Y las naves de la seo ourensana se han quedado tristes en la eterna ausencia de Gerardo Salgado Valdés.
Hombre discreto, afable, trabajador, meticuloso en el cumplimiento de su deber, serio, rayando la timidez, muy amigo de sus amigos, buen músico y, si cabe, aún mejor compañero, con prestigio en la enseñanza donde preparó e impartió clases de música a tantas generaciones de maestros. Se nos ha ido tras una enfermedad que soportó y aceptó desde hace años sin quejarse, sin molestar y retirado tras las bambalinas de este efímero mundo.

Había nacido en Sobrado do Bispo el 29.10.1929 y fue ordenado sacerdote el 28.6.1953. Tras ser coadjutor en O Couto, estudiar música en Madrid y encargado de las parroquias de Presqueira y Guamil era, desde 1957, el organista de la Catedral. Todo un récord de 55 años en los que recibió diversos premios a su labor musical.

En todos estos fecundos años ha sido el profesional prudente y detallista, sabiendo matizar, al igual que en la música, su pasión, lo que es una corchea, una blanca un 'fa' o un 'mi', sabiendo matizar sus consejos, aquilatar con precisión sus criterios y ofrecer de buen grado su amistad.

Uno de los últimos grandes 'tresillistas', ese juego de naipes tan arraigado en el clero de antaño, y ello lo tomaba como un motivo más para juntarse con los suyos y pasar una tarde de asueto. Porque por encima de todo Gerardo fue un sacerdote que vivía su sacerdocio sabiendo siempre estar en un segundo plano. Sus notas sonaban mientras él besaba con cariño las teclas del órgano con sus dedos y sus pies para deleite de cuantos le escuchaban.

Gran parte de su vida la pasó en la Escuela de Magisterio como profesor e incluso secretario de estudios, a lo que dedicó con entrega inusitada todas sus fuerzas. De aquellas aulas salieron muchos alumnos que hoy le recuerdan con cariño por su buen hacer y por sus indudables conocimientos de la materia que enseñaba, siendo respetado y querido por ellos y por sus compañeros de cátedra. Desempeñó con maestría, el cargo de director del coro del Orfeón Unión Orensana, que interpretaba las notas que él, con esmero, ejecutaba con su batuta con finura y elegancia, muchas de las melodías y algunas armonizadas por él mismo arrancando acordes inolvidables.

Pierde, sin duda, la Diócesis de Ourense a un gran enamorado de la música y a un digno sucesor del inolvidable y magistral organista y siempre recordado Antonio Jaunsarás. Que en Paz descansen ambos.

Gerardo Salgado Valdés era natural de Sobrado do Bispo, donde va a ser enterrado hoy, tras una breve ceremonia en la Catedral, a las seis de la tarde. La capilla ardiente quedó instalada en la sala capitular de la Catedral, donde tendrá lugar también el funeral mañana lunes, a las seis de la tarde.

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