Unas instituciones dudosas

Hace escasamente unos días se conocían los resultados del barómetro de confianza que los españoles tienen en sus instituciones y es de señalar que suspenden lastimosamente algunas de ellas como el Parlamento, los jueces, las grandes empresas, el Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo, los sindicatos y los bancos.
Así como los partidos políticos. No puedo menos que avergonzarme como ciudadano de que la sociedad española tenga esa opinión de sus instituciones más importantes, algunas de ellas tan representativas como la judicatura donde nos encontramos que la propia 'camarilla oligarquizadora' que ha alejado a los partidos de la realidad ciudadana ha terminado contaminando también al poder judicial. Uno se pregunta si el acuerdo entre PP y PSOE sobre la renovación del TC es sólo para repartirse los miembros o incluye también el contenido de sus sentencias.

Se echa en falta una justicia equitativa y no como la que tenemos, que sirve en lo que parece a los partidos a los que les deben sus cargos en los grandes tribunales. Yo le diría a un juez: 'mire usted, señoría, póngame la condena que quiera, porque yo haré lo que más me guste'. Es un hecho legítimo ante unas leyes injustas de las que extraigo el caso práctico de ese pobre 'desgraciado' que tuvo la fatal ocurrencia de robar un loro en una pajarería (le cayeron 4 años). Si en vez de robar un loro hubiese malversado los fondos públicos, comprado voluntades y cometido prevaricación, es posible que estuviera en la calle.

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