los magos de oriente

Es evidente que más vale servir al amo que al criado, aunque el Amo tenga unos pocos días solamente y sea pobre como una rata (también ellas son criaturas de Dios) y el siervo adulto ya, y nade en la abundancia.
Porque 'el Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en su mano... y me encanta mi heredad: Él es mi Dios'. Así debieron pensar los Magos de Oriente cuando fueron a adorar al Amo, recostado en un pesebre, envuelto en pañales. Le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. A Herodes no le ofrecieron nada porque, muy a su pesar, era él el siervo, más rico que el rey Midas, pero ignorante. Midas y Herodes eran pobres, muy pobres. Tanto lo eran que sólo tenían riquezas materiales, dinero, oro. Eran sus dioses. Ellos murieron y legaron sus riquezas y pobrezas a extraños, esos extraños que sólo esperan a que se muera el viejo para heredar.

Es bueno -opino- creer en Dios y en su palabra hecha carne mortal, como la nuestra. Palabra que, curiosamente, no opina, no le hace falta. El sabe. Nosotros que no somos como Melchor, Gaspar ni Baltasar, sí que opinamos; y tanto opinan algunos que llegan a la certeza de que mejor es ser 'libres' y no creer; y tan seguros están de su fe en su incredulidad, que desearían ser mayoría absoluta. Quizá, opino, porque creen en Dios; en Cristo también, y cuando Él venga en su gloria, votarían todos en contra. Democráticamente, claro, y 'el Hijo sería derrotado con toda su gloria'.

Nosotros, los creyentes 'abraiados' por semejante maravilla iríamos... no sé a dónde. Pero el Señor es nuestro bien; los dioses y señores de la tierra no nos satisfacen: nosotrosy nuestras familias serviremos al Señor.

Te puede interesar
Más en Cartas al director