Margaret thatcher o el neoliberalismo

Esta pasada semana falleció Margaret Thacher.
Con 25 años fue la candidata más joven en 1950, cuando la sociedad británica en general era un mundo de hombres. Fue derrotada pero ganó los comicios en 1979. Su llegada al poder supuso el inicio de una revolución en el tejido económico y social británico. La crisis ideológica y política de la izquierda dejó a nuestras sociedades sin contrapeso. Desde principios de la década de 1980 empezó un proceso de cambio ideológico que ha llevado a la derecha a la hegemonía. 1979 es un año simbólico: Margaret Thatcher fue elegida primera ministra británica y Jean-Fraçois Lyotard publicó 'La condición postmoderna'.

La dirigente neoconservadora será reconocida en la historia por muchas aportaciones. A ella, con Reagan, le debe el capitalismo occidental la consolidación del pensamiento neoconservador contemporáneo, en el plano político y en el social. Su contribución a la caída de la dictadura Argentina fue decisiva con la defensa de las Islas Malvinas frente a las pretensiones de los militares argentinos. El enfrentamiento con los sindicatos en aquel momento todopoderosos en la política, les obligó muy contra sus planteamientos a modernizar sus estrategias laborales. Puso en marcha unas políticas 'liberalizadoras' y reducir el papel del Estado en la economía tras varios años de gobiernos socialdemócratas. Desarrolló una política sin precedente para desarbolar las industrias estatales y reformar los servicios públicos, privatizándolos en gran parte.

Para dirigentes sindicales contemporáneos Thatcher siguen teniendo consecuencias en la actualidad: 'Nuestros hijos no tienen trabajo y nuestra comunidad está llena de problemas. No hay trabajo, no hay dinero, y es el legado muy triste que ella dejó. Odiaba a los trabajadores y tengo muy malos recuerdos de lo que nos hizo'. Con un antieuropeismo radical ha contribuido de manera definitiva a la crisis de Europa. La democracia está en peligro: o se nos impone un nuevo modelo económico y social o entramos sin defensa en una decadencia que amenaza con disminuir el papel del Estado y el papel de Europa para consagrar a los bancos como árbitros del mundo.

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