Las raíces de la corrupción

La noticia más socorrida hoy es la de la corrupción de los partidos políticos, además de otras no menos importantes. Nos acercaríamos a un diagnóstico correcto si pensáramos en la corrupción como un fenómeno sistémico de la sociedad y de la democracia. La descripción de la corrupción individual nos facilita una mejor caracterización. Los corruptos no son pompas de jabón, ni copos de nieve flotando en el ambiente. Son seres promocionados por el mismo sistema. Su razón de ser destructiva es consciente y voluntaria.
La corrupción es un fenómeno fundamentalmente de violencia política contra el sistema democrático de acción y reacción, y también de interacción. La verdadera medida del delito de la corrupción, va en función de la cantidad del daño, y no solo económico, causado a la sociedad. Hay delitos que destruyen directamente la sociedad o a sus representantes, y delitos que minan la seguridad personal de los ciudadanos. Los primeros son considerados 'los más grandes delitos' atentan directamente contra el sistema social, su estabilidad, su credibilidad y su aceptación por parte de los ciudadanos.

La autoridad de un gobierno deja de ser efectiva cuando se produce, entre un número suficiente de ciudadanos, cierto grado de deso-bediencia consciente, abierta y coherente, conocida en toda las sociedades con el nombre de traición. La violencia política ejercida desde abajo es una forma de traición que niega el principio de utilidad al uso, ya que no busca la mayor felicidad para el mayor número de personas posible.

La crítica de los que se rebelan contra un sistema que no solamente no persigue la corrupción política, sino que la amamanta, es una expresión de vitalidad social de la democracia. Siempre se encontraran argucias jurídicas y políticas para alimentar un sistema de corrupción. Contra estos sólo existe un factor: la creación alternativa de un sistema democrático alternativo. Tantos años de 'transición' no nos han dado demasiadas facilidades. Se necesita como una condición primera e irrenunciable la renuncia a privilegios que atentan contra el sistema democrático. La transparencia y la visibilidad constante es uno de los ingredientes insustituible del sistema democrático. La violencia institucional de una democracia falazmente igualitaria, solamente se logrará con la fuerza organizada de los de abajo.

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