Reflexiones sobre la normativa de ruidos aprobada en OURENSE

A lo largo de mi ejercicio profesional y de mis vivencias personales como usuario, me he dado cuenta de que la arquitectura en su práctica cotidiana tiene una asignatura pendiente muy olvidada o insuficientemente reflexionada, al incidir en los espacios para conseguir un mejor confort en el campo de la acústica.
Todos hemos sufrido, al estar en un restaurante o café, un ruido tan tremendo que la estancia discurre en ambiente de sordera e incomunicación total.

El fin de la reunión que es el diálogo se hace insufrible y estamos deseando abandonar el lugar. No digamos de la estabilidad emocional de los trabajadores que tienen que sufrirlo durante la jornada de trabajo.

Curiosamente el Código Técnico de la Edificación marca unas pautas de cumplimiento que al no ser obligatorias nadie hace caso.

Estamos de enhorabuena en Ourense de que a partir de ahora tenemos una ordenanza de ruidos en que se contempla la obligatoriedad de cumplir con unos mínimos de tratamiento del espacio que lo hacen más habitable.

Tenemos que felicitarnos por tener la primera corporación que atiende esta demanda en un país en el que se habla muy alto.

Personalmente creo que se habla muy alto en unas condiciones del entorno que no son muy adecuadas. Tengo experiencia de que en los locales en que la reverberación no llega a un segundo la gente puede hablar con un tono de voz más bajo.

En el mes de noviembre del 2012 envié un comunicado a los grupos políticos que nos representan con unos argumentos similares a los expuestos y he tenido la agradable sorpresa de que los han recogido en una ordenanza reguladora.

Felicitaciones a la corporación por haber atendido esta demanda, que en esta época de malas noticias son como un viento de aire fresco que nos puede hacer un poco más felices.

Te puede interesar
Más en Cartas al director