CELANOVA

Los colegios de la comarca se adaptan ante la baja natalidad

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photo_camera Escolares del Curros Enríquez de Celanova disfrutan de juegos en el patio.

Muchos espacios diseñados para el bum de los años 70 y 80 se optimizan como salas específicas

Despachos para el profesorado, aulas específicas para informática, idiomas, plástica, música o psicomotricidad, así como espaciosas y renovadas bibliotecas y salas de audiovisual llenan el vacío que la bajada de la natalidad ha provocado en los colegios de Educación Infantil y Primaria de Terra de Celanova. La comarca que, a finales de los años 70 del siglo pasado llegó a registrar una media de 302 nacimientos al año, resiste ahora con 62 (según el Instituto Galego de Estatística). Una cifra que, con la salvedad de los colegios de Celanova (273 alumnos en el Curros Enríquez y 230 en el Sagrado Corazón) y Padrenda (140), se asemeja al número total de alumnos de Infantil y Primaria que tienen hoy los colegios de A Merca (56), Ramirás (39) o Cartelle (45).

Este curso escolar se cumple el 40 aniversario del Curros Enríquez de Celanova, que abrió sus puertas en el año 1974 con un millar de escolares procedentes de las escuelas unitarias parroquiales y del antiguo grupo escolar ubicado en la antigua cárcel. "Debió ser tremendo, con 40 alumnos por clase y dos turnos de comedor", describe Juanjo Lamelas, director del colegio público celanovés donde actualmente cursan sus estudios 275 niños "y no nos sobra el espacio. Es más, diría que hoy por hoy, es el número ideal para su tamaño". Su situación se asemeja a la que viven en Padrenda, Ramirás o A Merca, donde los edificios se han optimizado sin apenas espacios vacíos.

La otra cara de la moneda está en el CEIP San Marcos de Cartelle, que abrió sus puertas ese mismo curso y que llegó a contar con 640 alumnos. Hoy, con 45, "tratamos de optimizar los espacios con aulas específicas para según que materias, pero el centro es grande y prácticamente no subimos al primer piso", reconoce José Antonio González, director del centro que llega a duplicar los metros cuadrados de los otros colegios del rural celanovés y cuyas últimas obras fueron precisamente para mejorar la eficiencia energética y reducir el coste de mantenimiento.

El presupuesto para mantener al día y en condiciones los edificios es un reto para los equipos directos. "Se fai costoso calentar un centro tan grande, o 80% do noso orzamento é para o gasoil. As dotacións económicas que recibimos da Xunta van en funcións dos nenos pero, o custe para calentar o centro é o mesmo, incluso maior, que si tivésemos o alumnado dos 80", explica Emilio Cañedo, el director del Joaquina Gallego Jorreto de A Merca. Desde Padrenda, Paula Lorenzo, jefa de estudios en Primaria, apunta la necesidad de actualizar unos edificios "que se están quedando viejos" y que debería adaptarse para ser más eficientes energéticamente hablando.

De EGB a LOGSE

Los directores de Terra de Celanova coinciden al afirmar que, a la decreciente tasa de natalidad que empezó a notarse en los 80, la implantación del nuevo sistema educativo Logse (supuso la eliminación de dos cursos, 7 y 8 de EGB, en favor de los institutos), supuso un varapalo importante en años 90. Así lo explica Nuria Diéguez, la responsable en funciones del colegio Rogelio García Yáñez de Ramirás. "La bajada ya venía siendo progresiva desde los años 80 pero, por lo que dicen los compañeros, la pérdida de dos cursos fue un duro golpe para los centros", que llegaron a perder ente 50 y 100 alumnos.

Un cambio en el sistema educativo que también afectó al centro más antiguo de la comarca, el Sagrado Corazón de Celanova que hace más de cien años implantaron las franciscanas y que, desde 1986, funciona como cooperativa. "No hemos sufrido grandes variaciones en cuanto al número de alumnos (230 actualmente), pero sí que notamos un cambio con la implantación de la Logse, porque tuvimos que adaptar las instalaciones y crear la guardería, para dar respuesta a la necesidad de conciliación de las familias", explica la directora Begoña González.

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