Con la interpretación de O divino sainete he descubierto la literatura gallega, asegura la celanovesa afincada en Madrid, Lina Cofán.
La Casa dos Poetas de Celanova acoge, durante todo el mes de enero, la última exposición enmarcada dentro de las actividades de conmemoración del primer centenario de la muerte Manuel Curros Enríquez. Una interpretación fotográfica y pictórica de la obra O Divino Sainete, en la que han participado el pintor Manuel Sánchez-Algora y la celanovesa afincada en Madrid, Lina Cofán.
¿Qué se puede encontrar el visitante de la exposición?
Es una obra totalmente inspirada en el poema de Manuel Curros Enríquez O divino sainete, donde Manuel Sánchez-Algora (mi marido) se ha encargado de la parte pictórica, además de la creación de unas esculturas de barro grotescas, y yo del apartado fotográfico.
¿Ha sido difícil interpretar este poema del siglo XIX?
Personalmente me ha costado porque, aunque soy de Celanova, me crié en Madrid y entiendo el gallego pero no lo hablo, por lo que desconozco la literatura gallega de autores como Curros Enríquez. Pero tanto a Manuel Sánchez-Algora como a mí nos apetecía mucho hacer este trabajo y ha sido una suerte porque, gracias a esto, hemos conocido su obra y seguiremos investigando, porque me han entrado ganas de seguir conociendo más escritores.
¿Cómo ha sido la acogida en tierras de Celanova?
Esta es la primera vez que expongo en Celanova y está siendo muy entrañable porque la gente, sobre todo las amigas de la infancia de mi madre, me arroparon mucho. A partir de ahora, trataremos de hacer más raíces en la villa.
¿Hay diferencia entre el público celanovés y el madrileño, donde exponen habitualmente?
Sí. En Madrid hay más costumbre de ver exposiciones y también más variedad de galerías. En Celanova es diferente, no hay tanta gente joven y cuenta con una población muy envejecida.
¿Cuándo le llegó la llamada del arte?
Desde los 18 años he viajado por Inglaterra, Francia y Alemania, siempre relacionándome con el mundo del teatro. Pero un día decidí que era hora de regresar a España, a Madrid, y después de tocar varias puertas me decanté por ingresar en la Escuela de Cerámica de Madrid, donde cursé cinco años pintura, grabado o fotografía.
¿Qué disciplina prefiere?
Yo tiro más hacia la fotografía y también la poesía, en realidad todo lo que rodea el mundo del teatro. Pero siempre estoy abierta a otros campos. En la actualidad, sin ir más lejos, estoy preparando una exposición de escultura de piezas grandes.
¿Se puede vivir del arte?
No. En nuestro caso, vivimos de la docencia. Para trabajar sólo en esto tienes que ser una persona conocida, buena y que te avale una galería porque, en este mundo, todo gira en torno al marketing.
¿Qué se puede encontrar el visitante de la exposición?
Es una obra totalmente inspirada en el poema de Manuel Curros Enríquez O divino sainete, donde Manuel Sánchez-Algora (mi marido) se ha encargado de la parte pictórica, además de la creación de unas esculturas de barro grotescas, y yo del apartado fotográfico.
¿Ha sido difícil interpretar este poema del siglo XIX?
Personalmente me ha costado porque, aunque soy de Celanova, me crié en Madrid y entiendo el gallego pero no lo hablo, por lo que desconozco la literatura gallega de autores como Curros Enríquez. Pero tanto a Manuel Sánchez-Algora como a mí nos apetecía mucho hacer este trabajo y ha sido una suerte porque, gracias a esto, hemos conocido su obra y seguiremos investigando, porque me han entrado ganas de seguir conociendo más escritores.
¿Cómo ha sido la acogida en tierras de Celanova?
Esta es la primera vez que expongo en Celanova y está siendo muy entrañable porque la gente, sobre todo las amigas de la infancia de mi madre, me arroparon mucho. A partir de ahora, trataremos de hacer más raíces en la villa.
¿Hay diferencia entre el público celanovés y el madrileño, donde exponen habitualmente?
Sí. En Madrid hay más costumbre de ver exposiciones y también más variedad de galerías. En Celanova es diferente, no hay tanta gente joven y cuenta con una población muy envejecida.
¿Cuándo le llegó la llamada del arte?
Desde los 18 años he viajado por Inglaterra, Francia y Alemania, siempre relacionándome con el mundo del teatro. Pero un día decidí que era hora de regresar a España, a Madrid, y después de tocar varias puertas me decanté por ingresar en la Escuela de Cerámica de Madrid, donde cursé cinco años pintura, grabado o fotografía.
¿Qué disciplina prefiere?
Yo tiro más hacia la fotografía y también la poesía, en realidad todo lo que rodea el mundo del teatro. Pero siempre estoy abierta a otros campos. En la actualidad, sin ir más lejos, estoy preparando una exposición de escultura de piezas grandes.
¿Se puede vivir del arte?
No. En nuestro caso, vivimos de la docencia. Para trabajar sólo en esto tienes que ser una persona conocida, buena y que te avale una galería porque, en este mundo, todo gira en torno al marketing.
