Celanova disfrutó ayer de un día grande de mercado. La festividad de Jueves Santo atrajo a centenares de vecinos de la comarca, emigrantes y turistas intrigados por la Feira da Oportunidade, cuya organización promete celebrar una nueva edición en 2010.
De cine. Así resumían los comerciantes de la calle Celso Emilio Ferreiro de Celanova la celebración de la I Feira da Oportunidade. Cientos de personas recorrieron de punta a punta la villa de San Rosendo, desde los comercios de dicha calle hasta los puestos de la Alameda, pasando por tiendas y puestos de la Praza Maior y das Pitas, donde el mercado de Jueves Santo fue un éxito.
A partir de las once de la mañana, entrar en Celanova requería de 15 minutos de espera y paciencia. Estamos de fiesta, bromeaban los conductores. Una vez a pie de calle, la marea de gente se distribuía dependiendo de los gustos y edades. Hay de todo, así que algo siempre picas, comentaban dos ami gas mientras ojeaban productos de fuera de temporada. Sus parejas, comentaban, estaban haciendo cola para coger el pulpo, una parada ineludible del mercado celanovés. Y es que ayer, los restaurantes de la villa se quedaron escasos para servir a tanto comensal. A las cuatro y media de la tarde había gente en la puerta esperando para entrar, comentaban los hosteleros de la calle Celso Emilio.
Vecinos y muchos emigrantes que estos días pasan las vacaciones en sus aldeas natales se vieron acompañados de centenares de personas llegadas desde distintos puntos de la provincia, A Coruña o Pontevedra. Y es que, pese a la crisis, la sensación generalizada era de éxito total. Con la hora de comer llegó la lluvia, que despidió el mercado santo y obligó a los comercios a recoger sus productos al interior de sus establecimientos. Allí prosiguieron las ventas durante toda la tarde y se ratificó la continuidad de la feria.
A partir de las once de la mañana, entrar en Celanova requería de 15 minutos de espera y paciencia. Estamos de fiesta, bromeaban los conductores. Una vez a pie de calle, la marea de gente se distribuía dependiendo de los gustos y edades. Hay de todo, así que algo siempre picas, comentaban dos ami gas mientras ojeaban productos de fuera de temporada. Sus parejas, comentaban, estaban haciendo cola para coger el pulpo, una parada ineludible del mercado celanovés. Y es que ayer, los restaurantes de la villa se quedaron escasos para servir a tanto comensal. A las cuatro y media de la tarde había gente en la puerta esperando para entrar, comentaban los hosteleros de la calle Celso Emilio.
Vecinos y muchos emigrantes que estos días pasan las vacaciones en sus aldeas natales se vieron acompañados de centenares de personas llegadas desde distintos puntos de la provincia, A Coruña o Pontevedra. Y es que, pese a la crisis, la sensación generalizada era de éxito total. Con la hora de comer llegó la lluvia, que despidió el mercado santo y obligó a los comercios a recoger sus productos al interior de sus establecimientos. Allí prosiguieron las ventas durante toda la tarde y se ratificó la continuidad de la feria.
