Vida OurenSana

De la ignorancia a la luz de la sabiduría

Dibujo de Jesucristo caminando al lado del lago.
photo_camera Dibujo de Jesucristo caminando al lado del lago.
La frase 
de Jesús "El que quiera venir en pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame", es asumida por el budismo

Een el budismo se considera que cuando estamos sumidos en la “ignorancia básica”, que es el estado de conciencia ordinario, el del pensamiento discursivo y discriminativo, el que guía nuestra vida y acciones, para enfrentarse a los múltiples problemas que la vida nos plantea, cuando que en la mayor parte de los casos somos nosotros mismos los que los creamos; cuando nos dejamos guiar por el espíritu de vitalidad es todo lo contrario. Claro que hay que pagar un alto precio.

El precio que hay que pagar es el que creo que, con mayor o menor claridad vislumbramos todos. Además todos los seres más evolucionados que en este mundo han sido, han dicho, con distintas palabras, lo mismo. El ejemplo más cercano, para nosotros herederos de la cultura judeo-cristiana, lo tenemos en Jesucristo: "El que quiera venir en pos de mi niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame"... 

No es que pretenda ahora hacer de exégeta, pues doctores tiene la Santa Madre Iglesia, pero desde el punto del budismo se asume perfectamente la frase, en el sentido de negarse al propio ego, que es el que nos conduce equivocadamente, y además impide el paso o apertura consciente al espíritu de vitalidad, que es el de nuestra verdadera naturaleza de liberación y sabiduría. Esa apertura al espíritu solo es posible si retiramos la mente emocional normal lo mas posible de nuestra consciencia ordinaria, y nos dejamos llevar naturalmente, inconscientemente, automáticamente... por un vacío que parece que nos va a tragar y, efectivamente, tenemos que dejar que nos trague. Esa es la "propia cruz", que según las palabras siguientes del Maestro, no es tan negra como parece: ..."Porque suave es mi carga y ligero mi yugo". 

Y en efecto, si nos dejamos absorber por Él de verdad, el resultado es: Gloria bendita de sabiduría, paz y felicidad de "nacer de nuevo"y no de vientre de mujer, sino del Espirítu. El abismo del vacío en que parece que nos metemos, al reconocer y aceptar la vulnerabilidad a que estamos expuestos continuamente, tanto interiormente como exteriormente, no solo no nos hace mas vulnerables, como creíamos antes y sigue creyendo la gente en general, sino que nos capacita para entrar en otra dimensión de la conciencia, mas evolucionada y cualitativamente distinta de la mente normal, conservando igual ésta, incluso más desarrollada que antes. Nadie, normalmente, puede llegar a este grado de consciencia superior, si no ha pasado antes por largos periodos de dolor, dificultades o carencias o contradicciones, que le permitan reconocer suficientemente lo vulnerables que somos y desprenderse en consecuencia, del ego que creíamos ser. 

La conducta humana normal, y la que aconseja el psicólogo, cuando alguien sufre el vacío de no saber que hacer ante situaciones difíciles, dolorosas, de vacío, tedio o zozobra, miedo, rabia... es la de buscar rápidamente situaciones de ocio o disfrute que nos distraigan o consuelen, y claro, así es como borrón y cuenta nueva, y ya estamos listos para volver a caer de nuevo en las emociones negativas de antes. Por el contrario, el hombre que quiere ascender a la verdadera consciencia, en donde no hay atracción ni rechazo a nada, tiene que afrontar, que no enfrentar, todas las emociones negativas que tenga y contemplarlas cara a cara, sin miedo ni esperanza alguna, hasta que vea que solo son pensamientos y que si él no quiere no pueden perturbarle. 

Lo que siempre nos han dicho a los que practicamos asiduamente la meditación, para llegar a transcender los propios pensamientos, es que no nos enfrentemos a ellos tratando de disolverlos con la fuerza de voluntad, sino que los dejemos pasar como "nubes de verano", sin darles importancia. 

Mi experiencia me ha enseñado que esto, en efecto, como estrategia útil, funciona meridianamente sobre todo en los primeros años. Pero para alcanzar la estabilidad en el no pensamiento, al menos en mi experiencia no es suficiente, pues si bien al dejarlos pasar nos quedamos en el vacío, al momento siguiente vienen otros nuevos, y así sucesivamente. 

Normalmente se necesitaran muchos años de práctica diaria, para darse cuenta que no hay que escaparle a los pensamientos, que por otra parte van a existir siempre porque son como el agua de un río que va a fluir siempre, pero lo que sí se puede hacer es dejarlos fluir naturalmente, contemplándolos u observándolos con total desinterés, de tal modo que se llegue a desconocer su contenido. Si se realiza bien uno está pensando sí, pero sin saber que es lo que está pensando. De esta forma la meditación adquiere su estabilidad auténtica, más allá del pensamiento ordinario.

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