La Diputación foral de Álava se sumará a los actos de conmemoración del 400 aniversario de la muerte del Greco con visitas guiadas a una de las obras del artista renacentista, que fue adquirida en 1982 por este territorio gracias "a un golpe de suerte y de buen ojo".
Así lo ha explicado hoy Fernando Tabar, catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, quien ha comparecido junto a la diputada de Cultura, Icíar Lamarain, y el jefe del Servicio de Museos de la Diputación, Félix López.
Lamarain ha presentado la obra "San Francisco meditando de rodillas", propiedad de la Diputación alavesa y que junto con una obra de Picasso que se expone en el museo Artium, son "las dos más importantes y valiosas de Álava".
El cuadro, de finales del siglo XVI, fue comprado por la Diputación por 6,7 millones de las antiguas pesetas, un precio "muy barato" para ser del artista cretense, pero influyó a favor de la institución foral que en ese momento la obra estaba "muy desvalorizada" debido a algunas publicaciones especializadas.
El reconocimiento del Greco como artista no se produjo hasta principios del siglo XX cuando artistas como Zuloaga, Rusiñol o Picasso supieron ver su genialidad.
El experto Fernando Tabar ha explicado que las opiniones negativas que en su día se escribieron sobre la obra se hicieron sobre fotografías de la misma y ha recordado que inicialmente estuvo catalogada como una obra del genial pintor.
Tabar se ha mostrado convencido de la autenticidad de la obra y ha opinado que su adquisición fue "un golpe de suerte" y de "audacia" por parte del entonces diputado de Cultura, Pedro de San Cristóbal, que también quiso comprar a la familia De la Sota de Bilbao "El vuelo de Brujas", de Goya, que es una de las joyas del Museo del Prado.
Ha recordado que pocas ciudades, salvo Toledo, donde vivió el artista, pueden tener la suerte de contar con una obra del Greco, cuyo valor en el mercado puede rondar los 3 millones de euros.
El estado de conservación del cuadro, que se expone en el Museo de Arte Sacro de Vitoria, es "bueno" pero está dañada por restauraciones "muy abrasivas" que se llevaron a cabo en el siglo XIX.
Cuando la obra llegó a la capital alavesa estaba "muy sucia", ya que estaba recubierta por un barniz oxidado, por lo que la Diputación encargó su restauración a un gabinete de Bilbao.
A raíz de este trabajo, el cuadro cambió "radicalmente" y desaparecieron las dudas que podían existir sobre su autoría y sobre su importancia, según Tabar.
No obstante, este cuadro está a la espera de ser revisado para su inclusión en la nueva catalogación de obras del artista.
