El cantante y compositor B.B. King celebra en Madrid el cumpleaños de Mandela

B.B. King en concierto.
El legendario guitarrista, cantante y compositor estadounidense B. B. King ofreció en el Teatro Cico Price de Madrid el primero de una serie de conciertos para conmemorar el 'Nelson Mandela Day', una iniciativa que nació para mantener los valores del líder sudafricano con la música -en este caso el mejor blues del mundo- como puente.

La expectación levantada por el compositor de 'The Thrill is gone' quedó sobradamente demostrada durante la jornada de ayer, donde las largas colas en la puerta del teatro presagiaban la presencia de un mito viviente en activo.

Pasadas las nueve de la noche, la B. B. King Band apareció para demostrar que la veteranía es un grado. Algunos de estos ocho músicos llevan tocando junto a rey del blues más de 30 años, por lo que la complicidad que se crea sobre el escenario es total.

Escondido tras el telón del reconvertido Circo Price se encontraba el maestro de ceremonias y hoy embajador del legado de Mandela.

El público se puso en pie ante la entrada del guitarrista, que regaló una enorme sonrisa al graderío antes de comenzar un particular show a base de humor y virtuosismo musical.

Mientras las trompetas suenan Mr. B es capaz de buscar algo en sus bolsillos y tirarlo a las primeras filas, mirar a izquierda y derecha soltando grandes carcajadas, rascarse su cabeza o aplaudir a sus acompañantes porque es una fuerza de la naturaleza que interpreta a la perfección su papel y devora el escenario.

Puede que el genial 'bluesman' no se levante de su silla en la hora y media que duró la actuación, quizás tampoco realice constantemente solos de guitarra de enorme complejidad, sin embargo su voz es un tormenta que desata el delirio y dispara las pulsaciones de cualquiera.

El genial compositor, que llegó de la mano de la fundación '46664', se encontraba en su salsa a mitad de la actuación y quiso dedicar 'You are my sunshine' al público femenino.

'Nunca he visto a una mujer fea, todas son maravillosas', exclamó B. B. King para disfrute de ellas.

Para compensar quiso dedicar 'Rock my baby' a todos los hombres, un clásico que demuestra el papel tan importante que ha tenido este artista en la música norteamericana.

La elegancia de B. B. King, que pese a sus 84 años sigue quedándole pequeño cualquier escenario del planeta, recuerda a tiempos pasados en los que existía un respeto especial entre público y artista: él hace lo que piden y ellos se encargan de calentar el ambiente.

'Lucille', nombre con la que bautizó a su guitarra más célebre, es el motivo que lleva al músico a dar lo mejor de sí mismo en los circuitos jazzísticos más importantes del mundo. Y es que el amor del hijo predilecto de Itta Bena (Misisipi) a la guitarra va mucho más allá del piropo y del camelo barato; es un matrimonio con más de cincuenta años de pasión a sus espaldas.

Unos minutos antes de comenzar su directo, B. B. King tuvo un encuentro con los periodistas en el que confesó que 'no sabía nada de su amigo Raimundo Amador', pero que esperaba verlo en esta visita a la capital de España.

Pues resultó ser un viejo truco de artista, que invitó al maestro de la fusión flamenca a improvisar durante un buen rato. Para entonces el delirio inundó el auditorio, que cumplía su sueño de ver a dos dioses de las seis cuerdas en un demoledor mano a mano.

El tiempo pasaba tan rápido que la gente no quiso darse cuenta de que aquello llegaba a su fin. La despedida se convirtió en una fiesta donde la participación del respetable fue total: palmas, bailes y desenfreno con el blues como excusa.

B. B. King mostró su agradecimiento con una mano en el corazón y otra sobre su hermosa guitarra negra, aunque confesó a los medios de comunicación que a veces se enfada con su guitarra por no poder tocar también como quiere.

Respecto a su aportación en los actos de conmemoración del aniversario del nacimiento de Mandela, el artista sólo dedicó elogios a la figura anti apartheid.

'Mandela es mi mentor, significa tanto para mí que he tenido que realizar un viaje en autobús de miles de millas. Si hubiera más gente como él seríamos mejores, hacen falta más personas como esta', admitió el autor de 'My Baby is gone'.

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