Long Live Rock!: ¿sacar dinero del caos?

Entre toda la gente de mi ámbito personal y profesional, cuando ya hemos superado un año de estado de alarma, confinamientos en diferentes escalas y situaciones, y cuando aún se ve lejos el retorno al tipo de vida que teníamos antes de 2020, una de las cosas que más se echa de menos, que más se añora, es el de poder volver a disfrutar conciertos en directo, festivales de rock, sentir la energía, la vibración, la magia que el rock en directo proporciona. Por esa razón, el reciente estreno del documental "Long Live Rock… Celebrate The Chaos" es una buena noticia, aunque solamente sea por recordar los buenos momentos que hemos disfrutado en los conciertos de rock. La sensación es agridulce, pero placentera al fin y a la postre. "Long Live Rock… Celebrate The Chaos" es un buen trabajo, válido en líneas generales, una cinta que nos lleva al interior del mundo de los conciertos de rock desde la perspectiva tanto de los artistas como de los fans. Dirigida por Jonathan McHugh y producida por Gary Spivack (especial de TV "Rock on the Range 2015") y Jonathan Platt, "Long Live Rock…"busca explorar a día de hoy, desde la visión de los grupos más potentes de las últimas décadas la cultura rock del siglo XXI a través de una variada selección de temas, tanto serios como no tan serios y más desenfadados, desde muchos puntos de vista distintos. El relato se construye a través de entrevistas con muchos de los nombres más relevantes de la escena rock actual. Por citar a alguno de los más reconocidos, tenemos a Duff McKagan (Guns N 'Roses), Lars Ulrich (Metallica), Jerry Cantrell (Alice In Chains), Jonathan Davis (Korn), Rob Zombie, Tom Morello (Prophets of Rage, Audioslave, Rage Against the Machine), Ice-T (Body Count), Corey Taylor (Slipknot, Stone Sour), Sully Erna (Godsmack), Jacoby Shaddix (Papa Roach), Zakk Wylde (Ozzy, Black Label Society), Brent Smith (Shinedown), Myles Kennedy (Slash, Alter Bridge). ), Stone Temple Pilots, Five Finger Death Punch, Black Veil Brides, Steel Panther y The Offspring entre los más significados. Junto a los testimonios de las Rock Stars, también ofrecen su punto de vista gente proveniente de la industria musical, locutores de radio-rock estadounidenses, promotores de conciertos y hasta un joven psicoterapeuta al lado de las experiencias del público, de diversos fans que cuentan historias vividas en los conciertos que van desde perder una pierna protésica durante un mosh-pit o la de una chica surfeando sobre la cabeza de su pareja. A medida que se desarrolla el documental, el hilo narrativo va dejando la mera descripción de las experiencias vividas en los conciertos para analizar con algo más de profundidad como el hard rock y el heavy metal sigue siendo década tras década un mundo en el que los jóvenes reafirman una identidad personal a través del sentimiento de pertenencia a un colectivo, de compartir una emoción, unos anhelos, unos códigos –desde las reglas no escritas de cómo comportarse haciendo mosh, como hacer un “circle pit”- de como socializarse, adquirir unos hábitos culturales y de consumo... se podría considerar superficialmente una suerte de instinto gregario, pero para quienes conocemos en profundidad ese mundo, lo hemos vivido y lo vivimos sabemos, y eso se describe muy bien el documental, que es algo mucho mas profundo y complejo. El retrato es realista en tanto en cuanto también aborda la cara del rock que no resulta ni tan emotiva ni agradable: la presión y el stress que conlleva el éxito a partir de determinado nivel, muy particularmente el sexismo y el racismo dentro de la industria, así como el abuso del alcohol y las drogas, así como el suicidio, encarnado en los casos de Chris Cornell y Chester Benington. Como señala M. Shadows de Avenged Sevenfold, "Todo el mundo quiere darte las mejores drogas gratis cuando eres una estrella de rock". La teoría del eterno retorno: exactamente la misma frase que dijo Keith Richards en 1974 o Pete Townsend en 1982. Si bien como he dicho al principio, el documental es un buen trabajo y ofrece una visión del rock actual que se corresponde en general bastante bien con la realidad, en asuntos capitales apenas se asoma a la superficie y su enfoque, que no acaba de estar definido, deja la impresión de haber desaprovechado una gran oportunidad. Cabe imaginar como músicos negros como Ice-T y Tom Morello podrían haber expuesto el racismo dentro del género y la evolución que se ha producido a lo largo de sus carreras en esa problemática. Y para las mujeres, aunque Lzzy Hale de Halestorm tiene su parte justa de tiempo en pantalla, el tema del sexismo y el machismo dentro del heavy metal habría merecido más metros de película que propiciasen una toma de conciencia mayor todavía de lo necesario que es abandonar para siempre la actitud macho-alfa en el rock. De hecho, cada una de estas dos problemáticas merecerían que llegado el momento, tuvieran sus propios documentales. Otro aspecto que me parece si cabe más criticable todavía que el anterior es que se filmó a lo largo de la temporada de festivales de 2017 centrándose únicamente en los eventos que aparentemente promueve el productor del film Gary Spivack: Louder Than Life, Carolina Rebellion, Fort Rock, Rock on the Range, Aftershock, Chicago Open Air, etc. ignorando por ejemplo el Vans Warped Tour (que estaba muy vivo en 2017), Self Help, Rocklahoma, Rock Allegiance, M3 Rock Festival o el Knotfest, así como la ausencia de cualquier banda que no sonase en ese año en Sirius XM. ¿Nepotismo les parece una palabra demasiado dura? Quizá, pero el problema es que a consecuencia de ello, y tal y como ha sucedido con el lamentable bodrio de Gustavo Santaolalla "Rompan todo", caricaturesco simulacro de lo que debería ser una verdadera historia del rock latinoamericano, "Long Live Rock ... Celebrate The Chaos" está muy sesgada por intereses corporativos, y eso va en contra de la sensación de caos compartido y el espíritu rebelde que se promociona aquí. Si la historia del rock va a ser escrita en el futuro por amigos de amigos que solo promocionan a sus amigos o por empresas 360º, mal futuro tendrá la historiografía musical. Steven Wilson, Gene Simmons de Kiss y Adam Levine de Maroon 5 han declarado recientemente que ya no hay bandas y que el rock está muerto. No son los únicos que consideran el rock como un cadáver marchito y tal vez no serán los últimos. Pero a pesar de opiniones que buscan más un trending-topic en Twitter que otra cosa y a pesar de que el documental que nos ocupa es manifiestamente mejorable, su visionado, merece la pena porque demuestra precisamente lo que el titular nos anuncia, como decían The Who en su "Quadrophenia" de 1973: el rock tiene una larga, larguísima vida por delante.