El Sant Jordi se vuelca con el espectáculo de Justin Bieber

Justin Bieber, ayer en Barcelona. (Foto: TONI GARRIGA)
Creer o no creer, esa es la cuestión. En Barcelona, el cantante canadiense Justin Bieber resolvió ambas posibilidades al mismo tiempo. Sensacional para su incondicional muchachada, que disfrutó de un espectáculo con más pirotecnia visual que fundamento vocal. Y más volátil, sin embargo, para los ateos de este semidios púber de los nuevos tiempos que corren.
Todo reside al final en una cuestión de fe. 'Believe Tour' parece así el nombre más que adecuado para la gira que lo pasea por todo el globo y que aterrizó ayer en la capital catalana, ante unos 20.000 asistentes.

El Palau Sant Jordi acogió una actuación rica visualmente, a ritmo incesante para deleite de sus entregadas fans, con piruetas y coreografías que ya hubieran firmado muchos atletas que pasaron por el mítico pabellón de los Juegos del 92.

Descendió Justin de los cielos, literalmente colgado en unas alas de ángel metálicas. Su arranque fue una declaración de intenciones: coreografías imposibles, fuegos artificiales, séquito de bailarines y derroche lumínico y sonoro.

'Barcelona es de mis ciudades favoritas para venir a cantar. Hacedlo conmigo', susurró al ritmo de 'Catching Feelings'.

El canadiense tuvo además tiempo de quitarse la camiseta y mostrar sus tatuajes e incipientes abdominales. Hay un nuevo chico malo en el barrio.

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