Ahora, al País Vasco

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photo_camera Un once del CDO: Hortas, Nolis, Pablo, Sanromán, Urbano, Ochoa, Ney, Sebas, González, Montenegro y José Ramón.

Tras el descanso, no se reanudó el partido. Salió un chaval con una pizarra: "Hubo un atentado aquí cerca y se fue la Guardia Civil":

Volvemos al tema vasco. Primero viajábamos a las provincias Vascongadas. Pero después, íbamos al País Vasco. Es decir, Euskadi. Había cambiado la cosa. Ya sé, seguro que no iba a pasar nada, pero…

Había temporadas en que eran varios los equipos vascos compitiendo con CD Ourense. E incluso hubo una que, siendo cinco, el calendario marcó que había que visitarlos cada quince días. El viaje más cómodo era salir en el Ter y llegar a Bilbao a última hora de la tarde. Ya conocía al personal del Ter. Dejar la bolsa en el Hotel Ercilla –fin de semana a precios especiales- y salir a una recién estrenada cadena de 'mini-cines' -creo que se llamaba Arenal- que estaba relativamente cerca.

A aquellos cines llegaban las películas bastante antes que a Ourense. Y que la situación ambiental vasca había cambiado lo noté aquella noche que completaba el programa un documental propio del momento político que vivíamos en toda España, muy laudatorio con el funcionamiento del régimen nacional. La gente vio y calló, pero nada más anunciarse 'el fin', todos a una, los espectadores –algunos hasta en pie- irrumpieron en un generoso aplauso. Evidentemente, puro cachondeo. Ya empezamos.

Un campeonato de Europa

Ernesto Díaz , el hombre de los Deportes de Radio Nacional en Bilbao, me invitó a que le acompañara otra víspera de partido del Ourense a un campeonato de Europa de Boxeo que se celebraba en el pabellón de deportes. Un púgil español, de Miranda de Ebro, disputaba el título a un alemán. Suena el himno alemán y no pasa nada. Con las primeras notas del himno de España bronca impresionante. Nunca había visto cosa igual.

En Radio Popular

El domingo por la mañana me acerqué a Radio Popular para ultimar la transmisión del partido de la tarde en Sestao, campo de Las Llanas. Me llamó la atención la poca gente que había en la calle. La emisora estaba en la calle Henao. Subí. Llamé y se abrió automáticamente . No había nadie en el vestíbulo. De pronto, se abrieron dos puertas y se asomó a cada una de ellas un policía con una imponente metralleta. Grité asustado:

-"¡Eh, eh, que soy de la casa! Dejaros de bromas y guardar eso, que se os dispara y me coséis a tiros.

Enseguida apareció el técnico con lo de "¡Tranquilo! Tú ya sabes cómo está esto”. Hacían guardia cuidando de los medios de comunicación. "A los que llegáis de fuera os extraña un poco, pero para que veas que la cosa no es para tanto ahora nos vamos a ir a comer a Santurce. Como si nada".

Mientras esperaba me asomé desde por el ventanal de la redacción de la emisora a la calle Henao. Seguía desierta. De pronto aparece un jeep de la Policía, bajan seis agentes y, bien armados, se van hacia el portal. Dos venían a relevar a los que estaban de guardia en la emisora y el resto, escolta. Maniobra de película.

El habitual técnico ya era un amigo. Además, paisano, hijo de alaricanos que trabajaban en Bilbao. Nos fuimos a Santurce en un coche de la casa. Besugo a la parrilla. Tranquilo.

Después, desde Santurce a Sestao… por toda la ría, hasta el campo de las Llanas. Estaba en obras. Sólo podía utilizar el público la grada lateral sobre los vestuarios. La tribuna demolida, enfrente. Iban a hacer una nueva. Cascotes.

-"Lo malo es que la línea de telefónica está aquí, tienes que quedarte sólo sobre los escombros".

-"Bueno, así nadie me molesta".

Curioso partido en Las Llanas

Aquello empezó a complicarse porque el técnico alaricano tenía que visitar, por si acaso, a otra retransmisión en otro campo cercano. Como siempre, yo empezaba y echaba casi dos horas hablando sin parar. Pero ya estaba habituado.

Perdía el Ourense (1-0) frente al Sestao Sport al llegar al descanso y el ambiente estaba revuelto. Arbitraba un colegiado guipuzcoano que no le caía bien a los vizcaínos y mucho protestaban su labor. Bueno, la verdad, un poco 'anticasero' sí era. Me acordaba de aquella curiosa frase del presidente arbitral gallego, Eladio Naya, que un día que estaba de buen humor me dijo "el arbitro anticasero es tan malo como el casero, sólo que, además, es tonto". Naya era así.

Pero bueno, ya digo, en aquel Sesto-Ourense habíamos llegado al descanso. Seguía solo. No había a quien entrevistar, con quien conversar. Entretenía a la audiencia como podía, ya que el partido había dado poco de sí. Pero he aquí que pasan los quince, veinte, veinticinco minutos y los jugadores no salen a reanudar el partido.

Yo estaba solo enfrente, en la grada derruida y no sabía que pasaba. Ya no sabía de qué decir. Estuve, ajeno a todo, a punto de contar lo del besugo a la parrilla de Santurce. De pronto, pasada media hora, veo a un chaval con una pizarra de esas que usan para anunciar las tapas de los bares que trae un mensaje pintado con tiza.

Tan buen chaval que atraviesa el campo por el círculo central, se acerca, se pone delante y puedo leer: "Hubo un atentado aquí cerca y se fue la Guardia Civil, y mientras no vengan el árbitro no reanuda el partido". Pensé: "Sí, que estará la Guardia Civil preocupada por el partido".

Tuvo el árbitro que reanudarlo sin guardias. Porque se haría de noche y la suspensión era peor. Todavía mucha más bronca por la espera. Pero Capa Pinedo –me parece que así se llamaba el árbitro- y por falta de luz, a duras penas pudo llegar al final de aquel extraño partido que el Ourense acabó perdiendo (2-0).

La noche se había echado encima. El colega de Allariz llegó a tiempo de recoger los bártulos. Me subí con los jugadores al autocar. Con ellos, de vuelta a Ourense. No sabíamos en qué había quedado lo del atentado. Todos teníamos prisa para volver a casa.

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