Los Rodríguez, el padre, Juan, y sus hijos Iovanna y Sandro, integrados como colegiados dentro del fútbol y el fútbol sala

El arbitraje, una cuestión familiar

Los Rodríguez, el padre, Juan, y sus hijos Iovanna y Sandro.
Los Rodríguez no son aquella banda de música de los años 80, si no una familia donde el padre y sus dos hijos decidieron estar ligados al mundo del arbitraje.
La primera en tomar la posta fue Iovanna (25 de junio de 1991) que es la que decidió enrolarse en el fútbol y ya son seis temporadas dentro del colectivo ourensano. 'Desde que mi padre jugaba al fútbol iba con mi madre a verlo y ya siendo una niña como vi que jugar no me emocionaba mi padre me dijo porqué no me metía en el arbitraje que es otra manera de ver el fútbol. El árbitro Ucha, que es de un pueblo vecino al mío, fue el que me informó como meterme'.
Un año después Juan Rodríguez, que además es entrenador, tomó la decisión de enrolarse en el fútbol sala. 'Arbitrar era lo único que me faltaba por hacer en este mundo del fútbol y si lo sé me meto antes. En nada influyó lo de mi hija, a la que he ido a ver arbitrar', comentó.
El trío arbitral lo completó hace dos años el más pequeño Sandro (15 de diciembre de 2000) 'en parte porque me llevó mi padre al fútbol sala y también quise yo a pesar de que estaba jugando en la base del Santa Teresita donde mi padre es entrenador'. La función de Sandro es la de mesa cronometrador que recordaba sus inicios donde 'me ponía nervioso en el momento de pedir los tiempos muertos'.
La colegiada Iovanna que ascendió esta temporada a Primera autonómica recuerda que en su primer año 'pensé que lo iba a llevar peor por eso que te insulta la gente, pero lo supe aceptar bastante bien. Es la temporada que más dificultades tienes por ser algo nuevo y no tienes los conocimientos o la práctica de ahora que estoy más habituada, de ahí que sea un vicio para mi el arbitraje'.
Para Juan, aquella decisión tomada por su hija 'la llevo bien porque a ella siempre le gustó todo tipo de deporte y aunque siempre hay el típico energúmeno que berra por los campos, es algo a lo que estamos acostumbrados los árbitros'.
Los compañeros del equipo donde juega Sandro no lo tomaron a mal que desempeñara esa función en el fútbol sala 'y a varios les entusiasma la idea de poder formar parte del arbitraje y si bien aún soy pequeño para poder arbitrar, ya me llegará el momento'.
Iovanna Rodríguez cursa estudios de enfermería, algo importante también a la hora de salir a dirigir un partido. 'Creo que tienes que saber controlar, aparte de tus emociones, no dejarte llevar por nada de lo que sucede en el exterior. En una palabra, tienes que hacer un poco de psicólogo de ti mismo'.
El que fuera jugador del Barra de Miño y Cea, entre otros, entiende que esto del arbitraje le ayudó mucho para entender que 'cuando un árbitro va a pitar intenta hacerlo lo mejor posible para acabar el partido y lo que quieres -remarca Juan- es poder equivocarte lo menos posible y cuando más desapercibido pases mucho mejor'.
En la familia a la única que no han podido convencer es a la madre. 'A mi señora no le gusta el deporte por eso no hay manera y desde siempre ha tenido mucha paciencia con nosotros'.
Iovanna reconoce que existe debate en casa a la hora de las comidas. 'Discutimos sobre el reglamento, comentamos detalles del partido o cuantas tarjetas sacamos y llega un momento en que mi madre nos manda callar porque dice que no se habla de otra cosa (risas).
El ascenso de su hija ilusiona a Juan, pero 'a las mujeres se les pone mucho más difícil en el mundo del fútbol para poder seguir escalando posiciones'.

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