El Arnoia se reencontró con la victoria (la segunda del curso) luego de vencer al Sofán por dos goles a uno. La única que llevaban había sido el pasado 31 de octubre tras ganar por 3-2 al Noia, ahora, al igual que entonces, también ante un recién ascendido como ellos.
Aunque esta vez, tuvieron que sufrir más de lo previsto y en la primera parte no fue el Arnoia de otras veces. La tarde, con lluvia y frío, no prometía grandes sensaciones y el terreno de juego estaba blando y resbaladizo. Pero curiosamente el que mejor se adaptó fue el equipo visitante que tuvo una primera parte muy cómoda y que marcó a los veinte minutos luego de una buena combinación entre Fabián y Paulo, que culminó este último superando al meta Miguel Gándara.
El Arnoia no encontraba el sitio y no estaba cómodo, por eso lo mejor que le pudo pasar fue que llegara el descanso. Nunca se sabrá lo que se habla en los vestuarios en el descanso, aunque lo que si es cierto es que los de O Ribeiro fueron otro equipo muy diferente en la segunda parte. Y buena culpa de ese cambio la tuvo el extremo Kike que desde que ingresó en el campo fue un quebradero de cabeza para los visitantes.
A los nueve minutos de la segunda parte llegó el empate. Y fue tras un córner a favor del Sofán que terminó en una contra iniciada por Alfredo, que continuó Rucho, centro Kike y remató Dacoba.
Rucho y Alfredo tuvieron oociones de hacer el segundo, pero la falta de acierto y las intervenciones del meta visitante lo evitaron. El Arnoia se gustaba, pero llegó la expulsión de Gabriel Jar y todo se torció. Pero solo dos minutos de estar con diez jugadores por la expulsión de Jar, Rucho puso el 2-1 tras un buen centro de Alfredo.
Tocaba remar hasta el final y los locales lo hicieron. Cierto es que el Sofán también ayudó al demostrar su inocencia y falta de pegada, pero eso era lo de menos para los locales, que lo querían era sumar la segunda victoria. Al final, la lograron y la festejaron como se merece, ya que todos en Arnoia son conscientes de lo mucho que les cuesta sumar a los de Iván González.
