Diez kilómetros dan para mucho y, más allá del cuadro de honor de la San Martiño, la carrera siempre deja imágenes curiosas en su recorrido
Diez kilómetros son muchos kilómetros. Si a eso le sumamos miles de corredores, el resultado está claro: imágenes y situaciones curiosas a lo largo y ancho del recorrido. Los puentes de Ourense dejando postales de la serpiente multicolor que es el pelotón de corredores. O los chubasqueros que fueron abandonados a su suerte al poco de darse la salida. Hubo incluso varios avituallamientos. El oficial y el que puso Medio Rural que repartió leche gallega para recuperar energía. Además el protagonismo se repartió entre grandes y pequeños, con niños que buscaban a sus padres y padres que buscaban a sus hijos, una vez finalizadas las diferentes categorías. Un amplio abanico de anécdotas que sirvió la edición número 40 de la San Martiño y que seguro que la 41 repetirá.
