Una de las rivalidades más encarnizadas en el deporte es la existente entre dos clubes de Belgrado (Serbia), Partizán y Estrella Roja. Se denomina "el derbi eterno".
Ambos se fundaron al término de la II Guerra Mundial, en la entonces nueva Yugoslavia, gobernada con puño de hierro por el Mariscal Tito.
El Partizan recibió este nombre por ser el equipo del ejército partisano, héroe en la lucha contra los nazis. Eran muy comunistas, pero nada soviéticos.
El vecino, cuyo estadio apenas se encuentra a un kilómetro de distancia en la capital, adoptó el nombre de 'Estrella Roja', otra clásica denominación de la época. El Estrella fue el refugio de rebeldes y descontentos con el régimen hasta la muerte del dictador.
Tras la caída del Muro del Berlín, ambos clubes incrementaron su rivalidad, creándose en su seno grupos radicales: los "Delije" o "valientes" en el Estrella Roja, "Grobari" o "sepultureros" en el Partizán.
Los derbis entre ambos pasaron de ser un colorido espectáculo a un inquietante suceso, en constante escalada de enfrentamientos, heridos y muertos. Los clubes dieron manga ancha a estos sectores a cambio de su fidelidad absoluta. Las consecuencias, siempre malas, se sufren ahora.
Lo paradójico de esta rivalidad es que ambos grupos comparten un ideario de extrema derecha y nacionalismo radical. Propugnan la reunificación yugoslava bajo hegemonía serbia y simpatías neonazis y rusas. Ambos odian todo vínculo con la globalización, el cosmopolitismo o la liberación sexual.
Sólo hubo una vez en la que "delijes" y "grobaris" actuaron juntos. Fue en 2001, reventando un desfile del "orgullo gay" en la ciudad. No tienen remedio. Mano dura contra ellos.
