El Monterrei se llevó una clara victoria del campo industrial. Especialmente fueron decisivos sus dos primeros goles, que llegaron al final del primer tiempo y en el inicio del segundo, dejando muy tocado a un Polígono que afrontaría lo que restaba del partido con diez jugadores por la expulsión del lateral y capitán Fede.
El conjunto industrial llegaba al choque tras perder ante el Sporting de Celanova y romperse una racha de cinco partidos consecutivos sin conocer la derrota. Por su parte, el conjunto visitante llegó a San Cibrao tras sumar un punto ante el filial del Barbadás y dos victorias ante A Peroxa y Melias.
Bien es cierto que el equipo local tenía mayor obligación de quedarse con el triunfo frente a un rival que se dedicó a contemporizar el juego, no complicándose la vida y aguantando con firmeza los mejores minutos de un Polígono que sufría la primera baja ante la lesión de Alberte. Aun así, se reinventó y creó más peligro. El disparo de Miguelín que se estrelló en la cruceta fue la demostración de lo que estaba dispuesto a conseguir el equipo de Pablo Gil. Más tarde repitió con un disparo que fue bien controlado por Torque.
Al Monterrei le costaba profundizar, acusando la escasa participación de Brais Pérez. Pero en el último cuarto de hora de la primera mitad despertó y puso en apuros a Pablo Nóvoa, que despejó un centro cerrado. Luego Sergio remató al palo una falta del número 10 visitante.
Cuando todo hacía prever que ambos equipos se marcharían a reponer energías con la igualdad por bandera, balón colgado al área industrial y el despeje dio en la mano de Julio Martínez. Los jugadores del Monterrei vieron que el asistente Guerra levantó su bandera confirmando la mano del defensa. El colegiado se apoyó en su compañero y señaló el penalti que transformó Sandro en el 0-1.
Con la intención de remontar el partido salió en la segunda parte el Polígono, pero recibió el segundo “cachetazo” de su oponente. Un remate de Boan, que se estrelló en el larguero, le quedó a Sandro para colocar el 0-2. Para colmo de males, el cuadro amarillo perdería un efectivo por expulsión, con lo cual el panorama era aún más complicado, para tan siquiera intentar llegar al empate.
Al Monterrei se le pusieron las cosas de cara porque supo administrar los espacios, al punto de adueñarse de la situación ante un rival que buscó como la vía más sencilla colgar centros al área. Pero jamás pusieron en apuros la portería de Torque, más allá del coraje de Julio Martínez y el empuje de Miguelín, hasta que se quedó sin piernas siendo sustituido.
Por este motivo no fue extraño que llegase el tercer tanto visitante. Lo probó Brais Pérez, pero se encontró con la respuesta del portero echando el esférico al córner. El 0-3 finalmente cayó mediante un desborde por la banda de Brais Pérez, cuyo centro lo conectó Pablo García doblegando la resistencia de Pablo Nóvoa.
Aún quedaba tiempo para que llegara el 0-4 en una contra en la que Pablo García no fue egoísta y asistió el balón para que Luis resolviera a puerta vacía ante la impotencia de los industriales, que deseaban que esta pesadilla acabara cuanto antes.
La victoria del Monterrei tuvo un único lunar, inesperado y reprochable, la expulsión de Pablo por darle una patada a Lin. En el camino a los vestuarios le tocó meditar el fallo cometido que le hará perderse el siguiente compromiso ante el Seixalbo.
