La felicidad era esto

Ambiente optimista y entusiasta ante la buena marcha y el juego del equipo

Estamos en el mes de enero y algunos ya perfilan su plantilla para la próxima temporada en la ACB. En apenas unos meses, muchos aficionados del COB ha evolucionado del excepticismo más británico a la euforia más desbordante.

Esta curiosa metamorfosis -no sé si kafkiana- responde al momento actual del equipo entrenado por Gonzalo García, en la cabeza de la Liga LEB Oro, antesala a la añorada liga ACB de los días de vinos y rosas que terminaron en días de resaca y espinas.

Permanecer en este primera posición a mediados del mes de abril supondría el título de liga -una copa muy bonita que agradeceríamos mucho al señor José Luis Sáez- y, lo más importante, un ascenso inmediato a la ACB, sin necesidad de derrochar sangre, sudor y lágrimas en unas imprevisibles eliminatorias. Esta idea excita de tal manera a cualquier fan del COB que algunos quisieran pasar dos, hasta tres hojas del calendario por cada día hasta el ansiado abril.

Pero la vida no es tan sencilla. Unos se ilusionan y otros tiemblan si se produciese ese posible ascenso. ¿Quién pagaría las facturas, siempre generosas, de tal regreso a una competición muy superior al nivel económico de esta ciudad? Clubes sensatos como Burgos han desistido en dos ocasiones por las descomunales exigencias.



El crudo invierno

Y la cuestión más importante. Estamos en el mes de enero. Falta un crudo invierno, una primavera que puede alterar algo más que la sangre, muchos entrenamientos y partidos por delante. Un conjunto de factores tan amplio que recomienda asentar la cabeza, disfrutar del momento y no pensar en el futuro, más allá del próximo partido.

Por tanto, eviten calentarse el coco con cábalas y cuentas. Practiquen el 'carpe diem' con este equipo, cuya evolución en los últimos meses es digna de destacar.

La defensa sigue siendo el arma fundamental que desequilibra los partidos. Suka-Umu suele apretar el interruptor y sus compañeros acompañan. Contra el Melilla además se mejoró en el control del rebote y en la distribución de balón en ataque. Factores que antes suponían más que un problema.

En cuanto la defensa funciona, el equipo corre y se logra una ventaja en el marcador, el partido se encarrila. Si además entra el tiro exterior, el rival puede temblar. Tal es el ambiente de optimismo ahora que todo sale bien. Todos los jugadores atacan, defienden, participan y se divierten. Los recién llegados -Brothers y Geramipoor- y los jugadores del filial -Cristian Iglesias y Martín Rodríguez- también se integraron al momento en la fiesta.

El equipo gana, la directiva respira, el público disfruta y su número aumenta, como corresponde cuando las cosas marchan bien. Todo es felicidad en el Pazo. La ansiada felicidad que tanto tiempo llevaban buscando.

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