Tarde plácida para el Verín

photo_camera Los ourensanos golean al recién ascendido Castrelos en poco más de media hora y lo rematan en la segunda parte con un futbolista más.
Los ourensanos noquean al recién ascendido Castrelos en poco más de media hora y lo rematan en la segunda parte con un futbolista más


El que probablemente vaya a ser el partido más plácido de la temporada concluyó con la segunda victoria del curso del Verín, implacable ante un rival dolorido y con uno menos desde poco antes del descanso. Decir que fue sencillo es decir poco, desde que Luisito adelantó a los ourensanos a los siete minutos todo fue cuesta abajo. A los treinta y siete ya goleaban los de Vilachá, que al más puro estilo entrenador de Primera División tuvo minutos más que de sobra para repartir esfuerzos.

El Verín hurgó en la endeblez de un recién ascendido, un Racing Castrelos más tierno que el pan de molde. Con todo, una carambola del destino fue la que abrió el partido, el dos contra uno con el que se plantaron ante el portero los pontevedreses acabó con una pifia de Martín, al que Mingotes dejó solo ante el gol. En la jugada siguiente, Luisito ganó la espalda de los centrales con demasiada facilidad, el guardameta sacó el primer disparo, el segundo ya no. Al cuarto de hora repitió Luisito, solo que ahora el centro lo cabeceó fuera Hugo García. Los visitantes eran un flan en defensa, voluntariosos cuando miraban hacia arriba pero más inocentes que el asa de un cubo. Y atrás dejaban boquetes que le iban a costar caro.

La siguiente aproximación del Verín supuso el 2-0, a Martín Torres le dio tiempo en el área a controlar y remachar una pelota que venía desde la esquina. Con los visitantes atontados, una excelente apertura a banda de Carlos Villar la culminó Isi con un disparo cruzado, el 3-0.

El partido estaba roto, decidido. Por si acaso, el árbitro, el lucense Castro Gómez, se encargó de asegurarse. Una falta de lo más normal en medio campo la convirtió en expulsión para el infractor, Juan, que se quedó incrédulo. Salvo que viera lo que no vio nadie, con los propios aficionados del Verín recriminándole el error cuando se retiraba a vestuarios al término del primer tiempo. Era un falta de fútbol, sin más, que diría Iturralde.

La segunda parte sobró. No tanto para el Verín, que aprovechó para ensayar contragolpes por lo que pueda venir. De eso se dieron pronto cuenta Luisito y Hugo García, el taconazo del ariete dejó a su compañero en un mano a mano. Se aturulló, porque era el cuarto.

El centro era una autopista hacia el portero, era cosa de un lanzador y un delantero dispuesto a correr. Y encarar. Isi lo hizo, derribado por el arquero. Penalti, incuestionable. Hugo García lo convirtió, 4-0.

Al filo de la media hora, Hugo Domínguez, que había entrado en el campo menos de cinco minutos antes en el puesto de Martín Torres, recibió de espaldas a puerta,  se giró y colocó la pelota con un “globito” por encima de Javier. La guinda, la manita.

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