HISTORIAS DE PRENSA Y RADIO

Al teléfono desde el País Vasco

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Ya no esperé más aclaraciones. Desesperado, bastón en mano busqué un teléfono. Por supuesto, aún no había móviles. Me abrieron un almacén de material del campo y allí estaba un teléfono.

Los viajes al País Vasco resultaban cómodos desde Ourense. Salía a mediodía en el Ter y a última hora de la tarde llegaba a Bilbao. El cuartel general ourensanista estaba en el Hotel Ercilla, en el centro. Desde allí, todo lo que podía interesar estaba a mano. Me unía a la expedición para acudir el escenario del partido y regresaba con ellos a Ourense.

Pero con el tiempo cambiaron el programa del viaje y se instalaban en Vitoria, Hotel General Alava. Cuando aparecieron mis problemas físicos de los que os hablaba días atrás, había que echar mano del coche y ya, en ese caso, buscar compañía. Siempre había voluntarios para improvisar una excursión de este tipo. Siempre había gente dispuesta a vivir estos desplazamientos ourensanistas. Eran buenos tiempos futboleros.

Así fue en los dos casos de los partidos de Lemona y en Irún, a los que voy a referirme. Con dos situaciones curiosas, que ahora, vistas en la distancia del tiempo, resultan chocantes, sorprendentes, hasta jocosas. Pero que en aquellos momentos no lo fueron.

Primer Lemona

Jugaba el Ourense en Lemona, nuevo en la categoría de Segunda B. Una localidad, como tantas del País Vasco, plagada de inmigrantes de diferentes puntos de España. Pertenece a Vizcaya, está a 18 kilómetros del Bilbao y a 50 de Vitoria de donde partíamos.

Llegó el momento de salir y Marcial González Iglesias, mi compañero de viaje aquel día, se preocupó de meter en el coche en que viajábamos una bolsa en la que llevaba mi ropa y el equipo de retransmisión. En el hotel destinaron un lugar para almacenar las bolsas de toda la expedición. Yo mismo le indiqué: "Es esta, verde y blanca" entre el montón de bultos..."

Partimos. Cubrimos sin prisa el medio centenar de kilómetros, localizamos el campo, y buscamos el lugar de la tribuna donde había de realizar mi labor. Llegó luego la expedición, empezó a entrar público y era el momento de entrar en contacto con la "mesa interurbana de Telefónica".

Abro la bolsa y casi me caigo del susto.

-¡Esta no es mi bolsa!

Marcial lo vio claro.

-¡Xa está! ¡Esta bolsa é do Tomé, o entrenador! Que andaba desesperado buscándoa cando saimos porque lle desaparecera.

Ya no esperé más aclaraciones. Desesperado, bastón en mano busqué un teléfono. Por supuesto, aún no había móviles. Me abrieron un almacén de material del campo y allí estaba un teléfono. Ya no recuerdo como dimos con el número del hotel."Llame, llame, no se preocupe", me decía para tranquilizarme por el gasto de la conferencia el empleado del Lemona.

Llamé. "Ya apareció la bolsa del entrenador” dijo la recepcionista. “Sí, si, aquí hay una bolsa verde y blanca”. “Por favor, localicen un taxi y que me la traiga".

Con el nerviosismo que se supone, salí dando mil gracias al personal del Lemona. Luego sentado, pensaba “¿y será cierto que me lo traen? ¿Cómo me aseguro?” Volví a llamar. “Tranquilo, te entendemos, ya salió el taxi”

Casi me perdí media hora de partido. Pero salimos del apuro. Algo era algo.



Ahora el Irún

Con el mismo recorrido, esta vez me encontraba en Irún, frontera con Francia, delimitada por el Bidasoa. Partido ante todo un histórico, el Real Unión.

Llegada la hora del partido todo estaba en orden. Tranquilos todos. Eso pensaba yo.

En los estudios de la vieja emisora de Radio Ourense, y para mantener las retransmisiones de partidos, hubimos de echar mano de la nueva emisora de F.M. que acababa de ser puesta en funcionamiento, ya que el Carrusel Deportivo tenía preferencia en la emisión de Onda Media. Aquel día estaba encargado de darme paso Pepe Seoane, que tantos de vosotros conoceréis a este estupendo profesional. Pero entonces el tal Pepe era un chaval que acababa de llegar y que tenía una ligera idea de lo que era una emisora y muchas dudas sobre la singular operación de meterme en antena ya era otra cosa.

-Tranquilo, Sobrino, vamos paso a paso porque estoy sólo.

Siempre contaba veinte-al revés- y el llegar a cero, empezaba. “Muy buenas tardes amigos desde el campo del Gal, donde el Real Unión de Irún y Club Deportivo Ourense va…”

-Para, para Sobrino,- escuche por los auriculares- que no sé qué pasa que no se te oye…

Fue cuando empecé a decir cosas fuertes, algún que otro pecado….suelto.

-¡A ver ahora! -dice Pepe.- Y al poco rato interrumpe de nuevo- Para, para..que esto no marcha.

Y yo, con mi “letanía de improperios”…

-Espera, que llaman por teléfono…no deja de sonar.

-¡Deja el teléfono, coño atiéndeme…!

Como si nada. Silencio. Y yo, ¡eso!. Hablando (¿) solo.

-Sobrino, por Dios, no digas nada y menos palabrotas… que no sé qué pasa que yo no oigo nada y resulta que se te está escuchando a ti , me acaba de llamar Antonio Vallejo que por favor te calles.

Pepe Seoane, el chaval, acabó por acertar y radiamos el Real Unión de Irún-Ourense. Hoy nos reímos él y yo al recordarlo, pero aquel día... Aquel día quienes se rieron de verdad y a gusto fueron los oyentes.

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