ATLETISMO

Una historia personal de la Vig-Bay: lo importante es llegar

Juan Salvador Zaragoza, en la edición de la Vig-Bay 2006.
photo_camera Juan Salvador Zaragoza, en la edición de la Vig-Bay 2006.

Juan Salvador Zaragoza, enfermo crónico, finalizó todas las ediciones de la Vig-Bay

 

Síndrome de Wegener.  "Es una enfermedad que tenemos todos, pero a la mayoría de la gente no le aflora y a mi sí. Sobre todo, en invierno", explica Juan Salvador Zaragoza, el andaluz experto en finalizar la Vig-Bay y hacerlo en la última posición. 

El pasado año tardó tres horas en cruzar la línea de llegada y lo celebró como el primero. Fue un año complicado, como muchos otros desde que en 2004, le diagnosticaron la enfermedad. "Mi salud anda justita, justita, pero en abril siempre me recupero un poco y voy. Desde octubre tengo los billetes comprados. Justo en 2017 tuve unas hemorragias grandes de nariz y estuve fatal. Justo después tenía cita con el otorrino y me arreglaron, pero tuve un año especialmente malo. Tuve muchos sangrados de nariz y apenas podía entrenar, por eso estaba tan mal. Este año estoy mucho mejor, pero en Navidades estuve ingresado porque me afecta el frío", explica el corredor. 

A pesar de que el pronóstico para el domingo no es el mejor, el andaluz llega con más confianza porque "llevo tres meses sin sangrar y, por lo tanto, tengo asegurado que despacito, despacito, voy a poder terminar. Eso sí, desde la edición 13 pusieron el Monte Lourido, ahí sufro un poco y cuento hasta 108 en la subida, apretando. Si la hago sin andar, sé que después llego". 

En todo caso, Juan Salvador Zaragoza asume que "el único día en el que voy a pasar frío en 2018 es en la Vig-Bay" porque "hoy (ayer para el lector) fue mi tercer entrenamiento en la calle. Igual hago 300 kilómetros en un mes, pero 280 son dentro del gimnasio en una cinta. Es un coñazo, lo cual es cierto, pero es lo que necesito". 

Lejos quedan las primeras ediciones en las que su ritmo era alto y los problemas de salud todavía no habían llegado. "El primer año, el 25 de febrero de 2000, coincidió con la Semana Blanca de Málaga, que no se trabaja. Estaba empezando a correr en aquella época y me apunté. Hizo mucho frío la primera edición y a partir de 2003 comencé con los problemas físicos. Ya no iba a ir, pero la cambiaron al mes de abril y pensé: como ya no hace tanto frío y a mi lo que me afecta es el frío, voy a ir", explica el corredor. 
Nacido en 1967, espera finalizar este año y también el próximo. Es su siguiente objetivo. De hecho, tiene una camiseta interior con la que compite y en la que recoge todos sus tiempos. En ella guarda dos huecos en blanco. 

El andaluz no es el corredor más rápido, pero sí es uno de los que más disfruta de la prueba. "Es la número 1 en organización. Espero que la sigan haciendo muchos años", reconoce. Es una opinión de todo un experto, pero también que puede estar algo influenciada porque "de paso voy a tomar mi pulpo en la playa de Canido. Voy al mismo restaurante como religión a cenar allí. Cuido el estómago. De hecho, cada año me traigo tres o cuatro empanadas para la familia. Son las cosillas buenas que hay ahí. Una empanada del Carrefour, eso es aceite puro, no es como las gallegas".

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