Sueños de Olimpia

En la Rusia de Putin no pasa un Saint Denis

Un padre y su hijo, fans del Liverpool, asustados en los accesos a la final de la Champions.
photo_camera Un padre y su hijo, fans del Liverpool, asustados en los accesos a la final de la Champions.

La Final de la Liga de Campeones de 2022 estaba fijada en la ciudad rusa de San Petersburgo. La invasión de Ucrania, ordenada por el zar Vladimir Putin, fue el motivo de su traslado a París, por orden de la UEFA.

Desde hace décadas, estos eventos requieren un dispositivo de seguridad de alto nivel para que los miles de asistentes y deportistas disfruten del espectáculo sin contratiempos.

El protocolo francés fue un fracaso estrepitoso, indigno de un país que tan avanzado se considera y pretende organizar unos Juegos Olímpicos en 2024. 

Los alrededores del estadio parisino de Saint Denis se convirtieron en una selva sin más ley que la impuesta por grupos de delincuentes y criminales. Atracando y vejando a los asistentes, ante la pasividad de una Policía en huelga de brazos caídos.

Lo que se anunció antes del partido como un percance "con los aficionados ingleses" -nada extraño, por otro lado- fue en realidad la incapacidad de la organización para controlar el acceso al estadio, además del problema, latente en el país desde hace años, de la delincuencia y la inmigración inadaptada.

A miles de kilómetros, es posible que al gélido camarada Putin se le escapase una sonrisa. En su amada y ordenada Rusia, este bochorno no hubiese sucedido. El presidente de la UEFA Ceferin le quitó el caramelo y el francés, Macron, se lo quedó. Ambos compartieron un producto podrido y devaluado.

Si el aficionado se juega el físico, o el de su familia, cuando acude al estadio ¿quién va a comprar entradas para el fútbol u otro deporte? ¿Quién se atreve a viajar a París ahora o durante los Juegos? Respuestas y soluciones en las que la UEFA y el gobierno francés deberían ya trabajar.

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