Sueños de Olimpia

Thomas: quien tiene un amigo, tiene un tesoro

Charles Thomas (izquierda) y Norman Carmichael cuando jugaban en el FC Barcelona.
photo_camera Charles Thomas (izquierda) y Norman Carmichael cuando jugaban en el FC Barcelona.

La vida es imprevisible. Charles Thomas fue un espectacular jugador de baloncesto estadounidenses que participó en varios equipos de la liga española durante la década de los 70. Apodado 'la pantera negra', sus saltos por encima del aro -dicen que podía tocar la parte superior del tablero- le dieron gran fama en su tiempo.

Una terrible lesión de rodilla truncó su carrera y también su vida. Arruinado, pese a ganar millones; divorciado, detenido por tráfico de drogas en Ibiza, se marchó a Estados Unidos, donde todos perdieron su pista.

Se dijo y se escribió que había muerto durante el atraco a un banco en New York o en un enfrentamiento de bandas por drogas. Lo sucedido sólo él lo sabe. Quizá ni él, porque su memoria y presencia no invita a grandes esfuerzos.

La sorprendente noticia la hizo pública su compañero y compatriota en el FC Barcelona, Norman Carmichael. Charles Thomas estaba vivo. 40 años después de su desaparición sobrevivía, sin dientes ni piernas, en una residencia geriátrica para personas sin recursos en Amarillo, en el estado de Texas.

¿Por qué avisar 40 años después? ¿Por qué a un excompañero de equipo? Quizá porque en el deporte de elite algunos compañeros pueden llegar a ser amigos, incluso hermanos. Quizá porque Carmichael era el único que entendió su frustración vital.

"Era un niño grande y su lesión de rodilla le hundió. Creía que nacemos con un número determinado de saltos y no quería gastarlos. Sólo en los partidos", recuerda Carmichael.

Su último gran salto fue una tarde contra el Real Madrid, donde se rompió al bajar. Después hubo un largo viaje al infierno que será mejor olvidar. Thomas está vivo. Es lo importante.

Pasear sobre el filo de una navaja

El diario 'El País', a través del periodista David Marcial, visitó y entrevistó a Charles Thomas en Estados Unidos. La imagen del exjugador es agridulce. Resulta terrible ver a quien fue un extraordinario atleta en una silla de ruedas. Reconforta saber que está en paz consigo y pretende retomar el contacto con sus seres queridos. En su habitación conserva un corcho con fotos de su época en la liga española, mucho antes que se denominase liga ACB. ¿Qué fue de su vida? Según su versión, se arruinó y no quisó pedir ayuda, se divorció de Linda y le cedió a su hijo Carlos, en Barcelona. Perdió su documentación en New York, trabajó en todo lo imaginable, vagó entre Texas y México, malviviendo en las calles. Asegura que nunca consumió drogas y le amputaron las piernas "por el frío de las noches de Texas y una infección". Carmichael le puso en contacto con su hijo Carlos. Pronto le visitará y le presentará a su nieta. A los 74 años intentará recuperar el tiempo perdido. Una terrible historia con final relativamente feliz. No suele suceder en otros casos.



Lloyd Daniels: Lázaro guarda la última bala

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Si escribimos sobre baloncesto y sobre jugadores que regresaron del infierno, pocos casos son tan increíbles como el de Lloyd Daniels. Nacido en el barrio neoyorkino de Brooklyn en 1967, Daniels era ya una leyenda de las canchas callejeras ('playgrounds') a los 16 años. Un talento nacido para el baloncesto y maldecido por la vida.

Su madre murió a los cuatro años. Su padre, alcohólico, lo abandonó en brazos de una abuela. A los 10 años liaba marihuana como nadie. A los 15, analfabeto,  ya se ganaba la vida como narcotraficante. La calle era su hogar. Ningún colegio podía encauzarle.

El reputado entrenador de la Universidad de Nevada Las Vegas, Jerry Tarkanian, se quedó maravillado de su talentoso juego y le dio una oportunidad: una casa, tutores, equipo y formación para poder ingresar en una universidad.

Pero Lloyd estaba en otra escuela. La droga de moda era fumar cocaína, conocida como 'crack'. En 1987 fue detenido en un picadero, expulsado y devuelto a New York.

Mal sitio. En 1989 fue tiroteado en su casa de Queens por una deuda de 8 dólares. Le pegaron tres tiros: en un pulmón, cerca de la yugular y en el hombro izquierdo. Quedó tirado en un charco de sangre.

Podría estar ya bajo tierra. No fue así. Resucitó cual Lázaro en el hospital y dejó la bala alojada en su hombro izquierdo como recuerdo. La segunda e increíble resurrección fue rehabilitarse y recuperar su forma física para jugar.

Era tan bueno que, aún mermado, tenía calidad para la NBA. Lo logró en 1992, cuatro años después. Por mediación de Tarkanian, fichó por el San Antonio, se casó y fue padre. Después jugó por medio mundo. Hoy conserva la bala y asesora a los jóvenes.


Ver o leer | Siempre hay una salida

Financiado por el jugador NBA Carmelo Anthony y premiado en varios festivales, este documental relata la complicada vida de Lloyd Daniels, dando voz al protagonista y llevándolo por los lugares que marcaron su vida, incluido donde le pegaron varios tiros. La voz de ultratumba y el aspecto de superviviente de un campo de concentración del apodado Swee' Pea revaloriza todo lo logrado por este hombre. Muy recomendable para institutos y centros de rehabilitación. Siempre hay una salida, por muy oscuro que sea el túnel.

 ‘The legend of Swee´Pea’, por Benjamin May  (2016, EEUU) 70 minutos.

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